𝐗𝐕𝐈𝐈

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Natalan.

Al ver a _____ mi vida se reiniciaba de inmediato, ahora me doy cuenta de que estando a su lado era más qué evidente de que no necesitaba a nadie más, era ella ó era nadie.

Me encontré con sus ojos, con sus hermosos ojos marrones, en ellos podía ver reflejado el cielo, el mar, es más, todo lo qué pueda definirse cómo maravilla.

- Allan, jamás me había sentido así con alguien. Definitivamente quiero estar contigo siempre - Pasa un mechón de cabello por detrás de su oreja.

- Menos mal qué te quedaste conmigo y no con el pendejo de Roier. - Musitó y ella suelta un ligero suspiró a lo qué agarró ligeramente su muñeca haciendo que relaje la expresión qué había puesto.

Al mirarla, en sus ojos reflejaban dolor. ¿La habré apretado demasiado fuerte?

- No es nada sí es lo qué imaginas, por la mañana me golpeé con la puerta

- ¿Segura? - Remangue un poco la chamarra de mezclilla para asegurarme de que no fuera algo grave y simplemente tenía un moretón entre morado y verde.

Algo me dice que no era verdad, por la mañana la vi demasiado bien. ¿Y sí ese cabrón la toco?

- Sí Allan - Hace una mueca.

- No te creó - Suspiró.

- Ya te dije qué es verdad

- Pero yo ya te d... - Me interrumpe levantadose molesta del sofá en el que estaba sentada.

- ¡Ya te dije que no me pasó nada, cierra la boca por favor! - Solloza y después coloca sus manos sobre sus labios, en verdad estaba enojada.

Sin embargo fue mi culpa, esperaba otra respuesta de su parte y bueno, no debí obligarla a decirme las cosas sí no quería.

Me levanté y caminé hacia la puerta, de alguna forma tenía qué irme.

- No te vayas - Me mira con un gesto triste, pero no dije nada ya qué sólo abrí la puerta.

- Allan, por favor - Me súplica varias veces -. Ven, quédate y bésame

Sus palabras eran otra cosa, podía notar la sinceridad en su voz. Sin pensarlo dos veces, cerré la puerta y corrí de inmediato a sus brazos, la pegue a mi pecho lo suficiente para después empezar a besar sus finos y delicados labios.

- A- Allan... - Me dice entre nuestros labios, pero no le hice caso, quería disfrutar del momento junto a ella.

- Hmm? - Es lo único que respondo a lo qué ella se separa un poco.

- Quiero estar contigo, quiero qué lo hagamos - Agacha la mirada tímidamente.

- ¿Hacer qué, pequeña? - Me burló un poco de ella, yo sabía qué era lo que quería.

- Olvídalo - Hace una mueca incómoda pero de inmediato la cargó sujetando fuertemente sus muslos.

- Hagámoslo - Sonrió y continúo besándola mientras caminó hacia el fondo del departamento hasta llegar a su habitación.

- Me da tanto coraje saber que estuviste con Tiara de está manera - Arruga su nariz mientras me mira.

- En lo absoluto, jamás estuve con ella.

Un pequeño silencio incómodo se hizo presente, pero de inmediato eso cambio en cuanto comencé a quitar cada una de las prendas qué tenía puestas, su lencería era de color negro, bastante sexi a decir verdad.

Comencé besando cada extremo de su cuerpo, desabroché su sostén para después tirarlo por algún lugar del piso. Sus pechos eran una delicia, eran de un tamaño perfecto, los besé con delicadeza mientras qué con una de mis manos ya me estaba deshaciendo de sus bragas.

- No es justo, tú aún estás vestido - Ríe a lo qué observó sonriendo cada detalle de su cuerpo, ahora mismo tenía enfrente a una diosa.

Empecé a quitar toda mi ropa, y cuando estaba apunto de quitar mi boxer ella sonriente me detuvo ya qué ella por su expresión sabía que quería quitarlo. Sus manos acariciaban mi abdomen, empezó a bajarlas hasta deslizar por completo mi boxer.

- ¿Todo esto? - Relame sus labios sonriendo.

- Todo tuyo - Le guiñó uno ojo.

Nos empezamos a besar nuevamente y hago qué ella se recueste, ______ era realmente inocente, en sus ojos podía ver qué nunca había estado con alguien más. Empecé con movimientos lentos, entre gemidos de su parte también podía escuchar pequeños sollozos.

- Jurame qué te quedaras siempre conmigo Allan - Me sonríe agitada mientras ambos continuábamos moviéndonos.

- Te lo juro pequeña - Sonrió y me acerco para besar sus labios, claro, sin detener los movimientos.

Tiempo más tarde, nos encontrábamos mirando hacía el techo mientras que uno de mis brazos la abrazaba, está chica sin duda es para mí, no hay nada mejor qué ella, podrá haber mil chicas pero cómo ______ puedo asegurar qué no hay dos.

La volteó a ver y se encontraba completamente dormida, se notaba lo cansada qué quedó. Es demasiado lindo saber que _____ ahora sí es completamente mía, y no dejaré qué nadie más la toque, es una promesa.

- Te quiero tanto _____ - Susurro y beso su frente para después también quedarme profundamente dormido.

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𝐸𝑙 𝑟𝑜𝑐𝑒 𝑑𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑙𝑎𝑏𝑖𝑜𝑠 | 𝑁𝑎𝑡𝑎𝑙𝑎𝑛 𝑦 𝑡𝑢 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora