Epílogo

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ASHLEY

Abrí mis ojos, encontrándome con Jane Lexie aún recostada sobre mi pecho, miré a mi costado derecho, y suspiré queriéndome encontrar con Joy aún en la cama, desde hace 8 meses que le entrego toda mi atención a  mi amor pequeño, los primeros días fueron los más difíciles para todos como familia, ya que cada tres horas despertaba con ganas de alimentarse, parecía no llenarse jamás, supuse que el apetito lo agarró de mí, jaja. Eduardo aprendió a taparse los oídos, acto que nos hacía reír a Joy y a mi, ya que el necesitaba dormir para no despertar de malas, de igual forma ya nos llamaba e igual aprendió a pronunciar el nombre de su hermana, a quien trataba con mucho amor y cuidado. 

A los 5 meses de embarazo, tuve el valor de contarle a mis padres lo que pasaba, ya que se darían cuenta tarde o temprano, afortunadamente, mis padres lo tomaron con calma, la reacción de mi padre fue inesperada, ya que expresó emoción total, cada semana me llamaban para saber qué tal fluía todo, y eso me hacía sumamente feliz. 

Por otro lado, con los padres de Joy fue más complicado todo, ya que ni siquiera sabían la relación que manteníamos. Un día de frustración, un día malo, (como todos los tenemos), cayó en su crisis de nervios ya que a veces no se aguantaba "la culpa" de que sus padres no supieran. Tomó el auto, junto a su chaqueta y salió a toda prisa, no sin decirme "Te amo, lo haré". No insistí en ir, ya que era algo que no me correspondía, y sabía que Joy debería hacer. 

Al día siguiente en que llegó, supe por ella, que a pesar del enojo y sus ideas propias, supieron aceptarlo y estaban en parte felices por el bebé que teníamos en camino. 

De Omar y Juliana, ya no supimos nada, al tiempo en que se levantó denuncia contra ellos, fueron juzgados y detenidos, gracias al trabajo  de los abogados que encontramos. Juliana, no tenía sentencia de tantos años, ya que supo contar las cosas, y se supo que tenía interacciones con psicólogos, eso ayudo a saber que debía continuar con tales tratamientos, Joy insistió en ir a verle, ya que aún le tenía afecto, Juliana nos pidió disculpas por intentar destruir a nuestra familia, de una u otra forma las acepté, todo quedó perdonado, pero no olvidado, cosas totalmente diferentes. A Joy le dolía verla tras unos barrotes de acero, no lo demostraba, pero sabía que sí, por ello intentaba cada día hacerla sonreír, y hacerle saber que todos estaríamos bien, incluyendo a su amiga, Juliana.  

El llanto de Jane me hizo volver al momento, miré sus grandes ojos color entre café y la miel, eran idénticos a los de Joy, mas bien, ella era una copia exacta reducida de Joy, tenía el mismo cabello castaño que ella, y por coincidencia, igual que el de Eduardo, la comisura de sus labios, su nariz respingada, y sus cejas, eran las de Joy, en mi vientre se formó una pequeña Tirzah, y nada me llenaba más de amor que eso.

Me levanté de la cama, y tomé en mis brazos a  Jane, era digna de comer, después de haber dormido de corrido desde las 3 am hasta las 8 que ya eran. Desnudé parte de mí para que se alimentara mientras ponía una película o algo  en qué entretenerme... Cuando acabó de alimentarse, limpié los restos tanto de mí, como de su pequeña boca con un paño. Me cubrí nuevamente y la dejé recostada en la cuna que aún permanecía al lado de nuestra cama matrimonial.  Era hora de que tomará un buen baño antes de ir a la boda de su tío. 

Coloqué la tina con agua tibia en el balcón, en el lado en que pegaba una parte del sol, desde que nos mudamos a un mejor departamento, éste era el lugar dónde Jane tomaba sus baños de sol, y en dónde Eduardo disfrutaba jugar con sus rompecabezas que ya aprendía a manejar gracias a la estimulación temprana a la que asistía antes de entrar al primer año del pre-escolar.

Mi Historia Entre Tus DedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora