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Y ahí estaba, con la vista pegada en aquel enorme edificio donde solía ir cuando era pequeña, a Eija le gustaba visitar a su padre en el trabajo así que sus dos amigas la seguían hasta el fin del mundo.

— Hola — dijo Mae a la chica de recepción— vengo a buscar a Bill Skarsgård

— claro ¿tiene cita? — cuestionó la rubia

— no, soy amiga de él

— déjame ver si está desocupado, parecía que tenía una junta, dame un segundo

La joven marcó algunos números, Mae mientras se dedicó a recorrer con la mirada las instalaciones, seguían siendo impecables, esos acabados en negro y los pisos perfectamente blancos, los pulían bastante seguido.

— ¿cuál es tu nombre? — la rubia aún con el teléfono

— Mae Parsons

Asintió y repitió lo dicho.

— adelante, ve por ese pasillo hasta el fondo, están los ascensores, piso 32

— gracias

Le sonrió para después tomar las indicaciones previamente dadas, no sabía si estaba haciendo las cosas bien pero que podía salir mal, él ya había decidido que las cosas fueran de esa manera entonces, no le encontraba el error.

El ascensor la hizo marear un poco, cuando las puertas se abrieron Bill y Stellan estaban esperándola.

— ¡Mae! — soltó el mayor de estos — ¿cómo has estado?

— Hola Stellan — se unieron en un abrazo — bien, muchas gracias, ¿tú?

— muy bien también, que alegría tenerte por aquí, hace tanto que no venías — ya separados

— sí, unos cuantos años — sonrió avergonzada — me dio nostalgia desde que vi el edificio

— me imagino, estaba con Bill cuando le avisaron, quería saludarte y asegurarme de que estuviera tratándote bien — volteo a ver a su hijo

— ¡Papá! — rodó los ojos — la trató muy bien, ¿verdad? — dirección Mae

— hace lo que puede — la pelirroja se encogió de hombros — no me puedo quejar

— ¡Mala! — refutó Bill

— bueno cariño, los voy a dejar tengo cosas que hacer — Stellan la abrazo — nos vemos después ¿sí?

Mae asintió con una gran sonrisa, ambos vieron cómo Stellan se alejaba y los dejaba solos, Bill volteó de nuevo hacia la pelirroja, alzó una ceja y la invitó a pasar a su oficina.

— ¡wow! Las vistas que tienes aquí — dijo ella emocionada — yo veo a una pared de ladrillos

— cuando quieras puedes venir — Bill se puso detrás de ella — por cierto ¿a qué debo tú grata visita?

— ¿es grata? — volteó y chocó con el pecho de este — amm tú sueles sorprenderme siempre, bueno, quería traerte algo para hacerte más amena tu tarde

— ¿qué es eso que hará amena mi tarde? — cuestionó aún cerca de ella — ¿tú?

Ella negó, se alejó y de su bolsa de mano sacó una pequeña tarta de manzana.

— las hice ayer y quería traerte una, no sé si en forma de agradecimiento o de disculpa por lo de la semana pasada

Bill la observó, la rodeo para poder abrir su silla y que ella tomara asiento, cuando el hizo lo mismo frente a ella su cara era bastante roja.

— no tienes por qué agradecerme o disculparte por nada, fue mi culpa — se encogió de hombros — fui yo quien empezó con eso

— en eso tienes toda la razón — se inclinó en la cómoda silla — me gusta, tu oficina es genial

— cuando quieras cambiamos

— me podría acostumbrar — ambos sonrieron — bueno, ya está, me voy

— ¿que? ¿Por qué?

Bill sonó un tanto angustiado, parecía estar disfrutando realmente de que Mae hubiera aparecido de la nada y por iniciativa propia.

— aproveche la hora de comer para venir a dejarte eso, tengo que regresar — explicó

— quédate, yo te llevo en un rato, por favor

Mae suspiro, él no se comportaba así seguido así que tenía que aprovechar, en el momento de que la burbuja en la que vivían explotara no volvería jamás a ver esa faceta de Bill, asintió para ver cómo una sonrisa se dibujaba en el rostro del castaño.

Skarsgård ordenó unas cosas de la cafetería del edificio, las cuales no se hicieron esperar, comieron divisando todo el panorama que les regalaba el ventanal de la oficina.

— ahora que bajemos le diré a Sussy que te deje pasar sin ni siquiera preguntar — Bill apretaba el botón del ascensor — por si quieres hacer una visita pronto

— solo estaba haciendo su trabajo, como tú, llegue a interrumpir— ingreso a la caja de metal — no sé qué tan frecuentes sean estas visitas

El ascensor comenzó a bajar, Bill frunció el ceño ante la respuesta de su amiga.

— puedes venir cuando tú quieras

— lo sé

El viaje en auto hasta la oficina de Mae fue bastante corto, quería decirle que pasaría por ella para llevarla hasta su hogar, pero si ella había tomado la iniciativa de ir a verlo no quería arruinar el momento.

Bill regresó a su lugar de trabajo con los sentimientos y las ideas un poco revueltos.

— Bill — Stellan toco la puerta — ¿puedo pasar?

— sí, adelante — se recargó en su silla — ¿qué sucede?

— ¿Mae ya se fue? — recibió un asentimiento— quería hablar de ella, tú hermana me contó lo que están haciendo

— ¿qué te dijo? Porque eso de "están haciendo" pueden ser muchas cosas

— lo del "contrato" para asistir a las bodas — se inclinó un poco en el escritorio — ¿ambos están conscientes de que solo es eso?

— ¿a qué te refieres? — Bill levantó una de sus cejas

— hijo, no quiero que pase nada malo, ni contigo ni con ella

— si te refieres a que pueda lastimarla, créeme que no lo haré — negó rotundamente— ya no tengo 15 años

— solo quiero que ambos realmente sepan lo que están haciendo, los límites qué hay entre una cosa y la otra

— no pasará nada malo, no tengo intensiones de utilizarla, no creo que ella tenga esos pensamientos — bufo — si algo sucediera sería cosa de los dos, no pasará nada que el otro no quiera que pase

Stellan observó a su hijo con detenimiento, esa última frase lo hizo sospechar de lo que realmente estaba sucediendo, no realmente del lado de la joven Parsons si no del lado de Bill, quizás Eija tenía razón y su hermano estaba interesado de otra forma en la pelirroja, después de tantos años y de lo que había pasado con Mae ¿podría ser posible que ahora fuera él el interesado?

— simplemente intenten que todo salga bien ¿sí? — prosiguió Stellan

— lo haré, estoy consciente de las cosas, ninguno de los dos somos unos pequeños, sabemos lo que hacemos, creo ...

Su padre sonrió ante eso, asintió como resignado, si él decía que sabía lo que hacía tenía que esperar que eso fuera realmente cierto, salió de la oficina dejándolo hacer su trabajo, aunque este siguió viendo hacia el ventanal que previamente había compartido con aquella pelirroja.

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