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6 de Abril

Otra boda más, otro día más donde tenían que estar juntos, una de las compañeras de trabajo de la pelirroja era quien contraería matrimonio esa noche, por ayuda divina Bill aceptó que se encontraran en el lugar ya que tenía algunos pendientes que terminar y probablemente no podría pasar por ella sin que se les hiciera tarde.

— ¿me quieres explicar por qué siempre te ves tan bien? — soltó el castaño en cuanto la vio salir del auto amarillo

— ¡ay cállate! — rodó los ojos — creo que no es mi mejor outfit, pero se me están terminando las ideas, tú la tienes fácil

— verme bien no es fácil — ella soltó una risa sarcástica — ¿qué?

— te ves bien hasta cuando recién te levantas — rodó los ojos

— ya pasaron unos cuantos dias de eso, es lindo que aún te acuerdes — sonrió de lado

— es complicado olvidado cuando tus dos mejores amigas te lo recuerdan cada dos segundos

Ella pasó, por un lado, él se quedó ahí viéndola caminar con aquel vestido strapless azul cielo lleno de flores por todos lados, Mae giro y levantó una de sus cejas como cuestionándole porque no avanzaba, volvió a sonreír y se acercó hasta su lado.

La boda fue algo lenta, a la pelirroja le encantaba ver cuando la pareja de novios se dedicaban algunas palabras, ahí sin duda se notaba cuanto amor había entre ellos, pero en esta ocasión todo había sido muy plano, Laura siempre fue reservada y al parecer su prometido también era de la misma forma, "tal para cual" pensó después de la ceremonia.

La fiesta estuvo un poco más animada, las damas de honor se encargaban de poner ambiente y diversión en la pista de baile.

— ese de allá te estás viendo muy extraño — Bill le susurro a Mae sobre su hombro — no me cae bien

— ¿por qué? — lo vio divertida — ellas dos también te están viendo extraño y no digo nada

— cariño, él quiere otras cosas, créeme

— no las va a conseguir, créeme — lo imito — pero tal vez ellas si

— ¿celosa? — canturreó el castaño

— para nada, haz lo que tú quieras con quien quieras, solo devuélveme a mi casa, por favor

— puede ser

Y entonces lo que había comenzado como un simple comentario se transformó en una especie de competencia, el joven que la veía con otras intensiones resultó ser bastante amable, invito a Mae a bailar un par de canciones y anotó su número sutilmente en una servilleta perdida por la mesa.

Por el lado del castaño fue bastante diferente, no es que las jóvenes no fueran amables, pero sí que se notaba un poco más las intenciones de las dos, Bill era un hombre muy guapo y si alguien no lo notaba era un tanto inusual.

— dos segundos más y la morena te besa — Mae, recargada en la barra

— no me voy a besar con nadie que no conozca, al menos no hoy — le guiño, ella negó divertida — puede que con alguien que conozca si

— en tus sueños

La mano de Mae se posicionó en el pecho de Bill quien amagaba con acercarse mucho más a ella de los límites establecidos, sonrió y ella intentó no mirarle a los ojos.

— Amm Hola — una voz ronca hizo que ambos voltearan — ¿crees que podamos bailar?

La pelirroja dio el último trago a su bebida y asintió, el rubio le extendió la mano para llevarla a la pista, pero no sin antes dedicarle un guiño a su acompañante.

La vio seguir los pasos de aquel sujeto, como la tomaba de la cintura, la cercanía que tenían en menos de tres segundos y la sonrisa burlona que tenía ella en esa cara, desvió la atención de esa escena, pidió un trago que terminó en su garganta tan rápido como se lo entregaron; la morena con la que previamente había bailado se acercó a él de nuevo, estaba dispuesta a llevarlo hasta la pista.

— ¿quieres ponerla celosa? — jugueteó con su corbata — porque se de unas buenas estrategias para lograrlo

— ah, ¿sí? — su expresión se tornaba curiosa

— ven y te enseño

Bill no aguantaba las ganas de ver la expresión de su amiga cuando volviera a verlo con aquella chica, así que el juego comenzó de nuevo, ¿se trataba de ver quien ponía más celoso al otro? Podría ser, a estas alturas ya no sabían bien qué estaban haciendo.

Mae disfrutaba de la noche cuando lo vio con la morena, ella movía su cuerpo de forma sensual contra el del castaño quien no ponía objeción alguna, ella sabía bailar bien pero claramente no como la otra mujer frente a ella, así que simplemente se acercó al rubio quien la recibió de buena forma.

Pasada la media noche ella no pudo más, Bill había ganado la batalla y necesitaba descansar, prefería darse por vencida a perder alguno de sus pies en la pista, se despidió del joven y se dirigió hacia su mesa para tomar un respiro.

— ¿te aburriste ya? — el dedo de Bill le dibujó una línea en su hombro, vio su piel erizarse

— no, simplemente quería descansar un poco — seguía con la vista fija en el frente— ¿tú? Te veías muy contento con ella

— si bueno, me dijo que me enseñaría algo más tarde, unas técnicas de baile, pero también estaba cansada — se sentó junto a ella — pero si te soy sincero prefiero volver a aquella pista contigo que con Amanda

— ¿así de llama? — le regaló una leve mirada — Amanda

— sí, Mae me gusta más, pero yo que se — se encogió de hombros

Cuando Bill soltaba ese tipo de comentarios ella quería golpearlo en sobremanera pero también esa niña que aún vivía dentro quería arrojarse a sus brazos y abrazarlo hasta que el sol saliera.

Ambos suspiraron y se quedaron en silencio viendo a las parejas que bailaban, otras personas comían, los novios por fin estaban dando una pequeña luz de felicidad, la mano de Bill buscó la de Mae, entrelazo sus dedos cuando por fin estuvieron juntas, ella se negó a verlo, pero su corazón explotó de felicidad.

— ¿bailamos? Solo tú y yo — se acercó a ella para que lo escuchara — sin más competencia

— son canciones lentas, ¿quieres aun así?

— por eso te lo propuse

Se levantaron y de nuevo hasta el cuadro central, la pelirroja no sabía bien donde poner sus manos, él las colocó alrededor de su cuello y las suyas en la cintura de la joven, unió los cuerpos de ambos para que ella pudiera recargar su cabellera rizada sobre su pecho, así terminó la noche, con ellos dos bailando canciones lentas, sin despegarse ni un solo milímetro del otro, el corazón de ambos latía a la misma velocidad, al mismo compás.

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