18 (+18)

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La luz de la luna se filtraba, Emma había traído algunas cosas para comer, unas cuantas fresas y durazno picado, y una botella de vino tinto, Eros respiro profundo, tomó de un trago el vino que se le había servido, los dos se encontraban en el suelo de la habitación de esta, habían hablado, se habían besado y hasta jugaron, pero Eros esperaba más de esta noche, Eros tomo una fresa y la mitad de esta quedó dentro de su boca y la otra mitad, hizo que Emma se acercara para que la comiera ella, un beso con sabor a fresa pensó Emma, mientras sentía la lengua de Eros pasar por su labio inferior. Eros se pegó al cuerpo de Emma para poder dejar detrás de ella la copa de vino ya vacía, pero al hacer este movimiento se le fue imposible alejarse de ella. Emma podía sentirlo sobre su piel, podía sentir la dureza del pecho de Eros y, más abajo, también podía sentir una dureza en sus pantalones.

Un calor agobiante la invadió pero logró componerse y se aferró a los hombros del hombre que ahora le estaba respirando entrecortadamente en el oído.

–Te amo, Emma –murmuró–. Solo la diosa sabe cuánto te amo –agregó, ahora pasando la mano por el brazo desnudo de Emma haciéndola temblar bajo su toque.

–Eros –susurró ella, era la primera vez que alguien fuera de su hermano se lo digiera, Emma se sentía en el paraíso al escuchar esas palabras. Todavía podía sentir la erección de Eros presionando uno de sus muslos

- ¡Vamos!-exclamó él, se incorporó y la tomó de la mano para tirar de ella dejándola caer de espalda a la cama. Estaban en total oscuridad. Sólo la luz de la luna se reflejaba en ellos. Emma ni siquiera podía verlo con claridad a él pero sabía que él estaba frente a ella observándola. Eros no pudo negarse cuando se acercó a ella y le tomó el cuello con las manos para besarla. En un segundo juntó su boca a la de ella. Había quedado encima de ella, sus manos bajaron por su cuello rozando su clavícula y pasando por su cintura llegando a uno de sus muslos, alzándolo a la altura de su cintura haciendo que Emma gimiera. Abrió la boca dejando así que la lengua de Eros y la de ella hicieran una guerra entre ellas. Emma lo abrazó por el cuello para acercarlo más y dejar que hiciera lo que quisiera con ella.

Eros respiraba agitado, no quería detenerse, con una mano le tomó la cintura y la pegó a su cuerpo, gimió totalmente excitado. Realmente no soportaba más la erección que tenía en los pantalones. Empezó a besarle el rostro, el cuello, a lamerla, olerla, sentirla por todas partes.

Un gruñido salió de sus labios haciendo a Emma gemir su nombre, las caricias, los gritos ahogados y los besos ardientes hicieron que la temperatura en la habitación aumentara, el cuerpo de ella parecía un volcán a punto de hacer erupción, ya habían tenido encuentros fogosos pero este era diferente, era más ardiente y a la vez más romántico. Poco a poco la ropa fue disminuyendo, Emma se encontraba en ropa interior, a Eros le faltaba quitar su pantalón. Se separó de ella para poder alcanzar unas cuantas fresas, puso una en su boca y la pasó por todo su cuerpo, los gemidos de Emma eran música para sus oídos, quería que esto fuera especial para ella, quería que disfrutara más que otra veces.

Eros la besó con ardor, con un fuego contenido. Antes de que ella se diera cuenta empezó a bajarle los breteles del sujetador buscando sus pechos, dejó escapar un suspiro de satisfacción al ver los pechos erectos, soltó un gemido de excitación complacido con lo que veía. Emma tenía los pechos más llenos y grandes que había tenido ocasión de ver en toda su vida adulta y como un niño, se puso a jugar con ellos. Los tocó, los acarició, los apretó entre las manos y cuando acercó su boca a ellos supo que ya no podría detenerse hasta hacerle el amor. Con lentitud empezó a cubrirlos de besos, después pasó la lengua por sus pezones, Emma gemía y jadeaba, el nombre de Eros salía de sus labios repetidas veces, esto lo volvía loco.

-Eres hermosa- dijo Eros alejándose de ella para verla, sus mejillas estaba rojas su respiración era acelerada, se acercó nuevamente a ella. Repartió besos desde su cuello, pasando por su pecho y cuando llegó a su cintura la miró con una sonrisa. Comenzó a bajar su ropa interior, al haberlo hecho completamente volvió a verla, y subió atacando su labio.

Sol De Medianoche... Luna De PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora