Capítulo 11

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– Buenos días y bienvenidos de nuevo a Adivinación – saludó la profesora Trelawney con su sutil voz – Encima de las mesas encontrarán sus ejemplares de "El oráculo de los sueños". La interpretación de los sueños es un medio importantísimo de adivinar el futuro, y es muy probable que ese tema aparezca en sus exámenes de TIMO. Abran el libro por la introducción, por favor, y lean lo que el escritor dice sobre el tema de la interpretación de los sueños.

– Lo único bueno que tiene esta clase es que dura menos de dos horas – susurró Hermione soltando un bufido.

Cuando todos terminaron de leer la introducción del libro, empezaron con interpretación de los sueños. En la mesa contigua a la de Atenea y Hermione, Draco había formado pareja con Blaise, quienes hablaban de cualquier otra cosa que no era ni adivinaciones ni sueños.

– Yo nunca me acuerdo de lo que sueño ¿Crees que signifique algo no recordar sueños? – dijo Hermione mientras ojeaba las paginas del libro – Mejor cuéntame tú algún sueño que hayas tenido... ¡Atenea!

Su compañera dio un respigo al escuchar el llamado de Hermione y la miró nerviosamente.

Hermione, al descifrar a quien estaba viendo, le sonrió pícaramente.

– ¡Lo estás mirando de nuevo!

– No... No lo estoy – responde ella, mientras ponía un mechón de pelo detrás de su oreja, en señal de nerviosismo – Simplemente miré en una dirección y él estaba allí.

– Entonces, ¿Por qué tenías esa expresión en la cara?

– ¿Qué? ¿Qué expresión? – preguntó confundida y alarmada, esperando que nadie la haya visto.

– Te ves de cierta manera cuando lo ves – analizó Hermione con los ojos entrecerrados – Lo miras y es como si estuvieras leyendo un buen libro.

– ¿A qué te refieres con un buen libro?

– ¡Que te encantan los libros! – rio Hermione mientras subía y bajaba las cejas.

– Mejor... Mejor continuemos con esto – replicó Atenea sonrojada, dejando pasar el comentario de su amiga.

– Como desees – contestó Hermione, mientras volvía su vista al libro – Dime que soñaste anoche. O espera... ¿acaso soñaste con él? – volvió a reír.

– ¡Hermione! – le gritó a su amiga mientras se encogía en su asiento y miraba a todos esperando que nadie las haya escuchado.

– Señorita Avramidis, señorita Granger – se acercó la profesora – ¿Ya interpretaron algo?

– Eh... todavía no, de hecho, le comentaba a Atenea que nunca recuerdo mis sueños, entonces queríamos comenzar con los suyos – explicó Hermione.

– Bien, cuéntenos, señorita Avramidis, lo que soñó anoche.

Y tras decir eso, Atenea abrió los ojos mas de lo normal, ya que se negaba a contarle a alguien lo que soñó anoche.

Tras unos largos segundos sin decir palabra alguna, de la nada, la profesora Trelawney le sonrió con ternura y juntó sus manos.

– ¿Una cita? ¡Un amor adolescente! – habló la profesora, soltando un suspiro – Es normal soñar con alguien que le guste.

– ¡Pero si ni siquiera hablé! – chilló Atenea.

– Lo siento, querida, no pude evitar usar legeremancia – dijo la profesora en tono suave.

Atenea, involuntariamente, dirigió la mirada hacia la mesa de Draco, quien había escuchado todo. Pero cuando se vieron, alejaron las miradas incómodamente y se sonrojaron.

Buscar fragmentos de sueños en el libro era un trabajo aburridísimo, y a las dos amigas no les hizo ninguna gracia. Atenea estaba sumamente concentrada revisando las categorías de sueños, cuando Hermione le dio un codazo y le señaló la puerta. Ella giró la cabeza y observó que la profesora Umbridge entraba al aula.

– Buenas tardes, profesora Trelawney – saludó la profesora Umbridge sonriendo ampliamente – Espero que haya recibido mi nota en la que le indicaba la fecha y la hora en que la supervisaría.

La profesora Trelawney asintió con sequedad y le dio la espalda a la profesora Umbridge para continuar repartiendo los libros.

– Continúen con sus estudios de los sueños proféticos, por favor.

La profesora Umbridge estaba de pie detrás de la profesora Trelawney, echando un vistazo por encima de su hombro y tomando notas, mientras la profesora de Adivinación interrogaba a Neville sobre su diario de sueños.

– ¿Podría predecirme algo, por favor? – preguntó, y miró inquisidoramente a su colega sin dejar de sonreír.

La profesora Trelawney se puso tensa, como si no pudiera creer lo que acababa de oír.

– Perdone, pero no la entiendo – dijo acomodando sus lentes.

– Me gustaría que me predijera algo – repitió la profesora Umbridge con toda claridad.

– ¡El Ojo Interior no ve nada por encargo! – respondió escandalizada.

– Bien – dijo la profesora Umbridge, y tomó una nueva nota.

– Pero... ¡un momento! – exclamó de pronto la profesora Trelawney en un intento de recuperar su tono sutil, aunque todavía la voz le temblaba de rabia – Creo... creo... que veo algo... algo tenebroso... un grave peligro...

La profesora Trelawney señaló con un tembloroso dedo a la profesora Umbridge, que siguió sonriéndole.

– Me temo... ¡Me temo que corre un grave peligro! – concluyó la profesora Trelawney con dramatismo.

Se produjo un silencio. La profesora Umbridge todavía tenía las cejas arqueadas.

– Muy bien – repuso en voz baja, y volvió a hacer una anotación – Si no es capaz de nada mejor...

Se dio la vuelta y salió del aula, dejando a la profesora Trelawney plantada donde estaba mientras ésta respiraba con agitación.

Cuando sonó la campana, Atenea y Hermione fueron las primeras en salir del aula y bajar la escalera. Pero antes de desaparecer por los pasillos, una voz les interrumpió el paso.

– Señorita Avramidis, necesito hablar con usted – la voz chillona de la profesora Umbridge se hizo presente.

– Nos vemos luego, Hermione – le dijo su amiga, regalándole una sonrisa.

– ¿Qué necesita? – habló secamente Atenea, sin importarle haber sonado descortés.

– Necesito... un favor – dijo la profesora tranquilamente, causando que Atenea frunciera el ceño.

– ¿Un favor? ¿Yo?

– Verá, señorita Avramidis, hay un grupo de alumnos que se escabullen fuera del horario de clases... infringiendo varias reglas, y necesito saber quiénes son – explicó con una sombría sonrisa – Y usted, considerando que es una persona que... por así decirlo... quiere hacer el bien, necesito que me ayude a encontrarlos. Quiero que forme parte de la Brigada Inquisitorial.

Si Atenea no hubiese sabido controlar su compostura, probablemente se delataría involuntariamente por los nervios a que Umbridge descubriera todo lo que sabia sobre el Ejercito de Dumbledore.

La Brigada Inquisitorial consistía en espiar a los estudiantes e informar sobre aquellos que se entregaban a cualquier "maldad" o que pudieran tener pensamientos rebeldes contra el Ministerio. Atenea obviamente no aceptó, pues era ilógico delatarse a sí misma, pero la razón por la cual no lo haría era porque no quería delatar a sus amigos.

Feel Something |Draco Malfoy| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora