Capítulo 14

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Una cosa que Draco había estado aprendiendo durante ese año fue la magia no verbal, particularmente aquella que bloqueaba los maleficios. Pasó gran parte del año entrenando y aprendiendo lo que necesitaría para la supuesta próxima batalla que Voldemort había planeado, según lo que escuchó de sus padres. Lo siguiente que quería hacer, pero no podía, era invocar a su Patronus, entonces recurrió a Atenea, quien había aceptado, quedando en verse en el aula de Historia de la Magia.

A las ocho de la noche, Draco salió de la Sala Común de Slytherin para acudir al aula de Historia de la Magia.

Cuando llegó estaba a oscuras y vacía, pero encendió las luces con su varita.

– ¿Atenea? – preguntó mientras recorría el aula.

– ¡Por aquí! – apareció de pronto, mientras cargaba una gran caja que lo apoyó encima de la mesa.

– ¿Qué es? – preguntó extrañado.

– Aquí dentro hay un boggart – dijo Atenea, mientras se sacudía las manos – Harry me contó alguna vez que el profesor Lupin le enseñó el encantamiento con esto. Es lo más parecido que podemos encontrar a un auténtico dementor. El boggart se convertirá en dementor cuando te vea, de forma que podrás practicar con él.

– De acuerdo – dijo Draco, no totalmente convencido.

– Así que... El hechizo que trataré de enseñarte se llama "encantamiento patronus" – Atenea sacó su varita e indicó a Draco que hiciera lo mismo.

– ¿Cómo es?

– Bueno, cuando sale bien, invoca a un patronus para que se aparezca – explicó Atenea – Es una especie de guardián que hace de escudo entre el dementor y tú. El patronus es como una fuerza positiva, una proyección de las mismas cosas de las que el dementor se alimenta: esperanza, alegría, deseo de vivir...

– ¿Qué aspecto tiene tu patronus? – preguntó Draco con curiosidad.

– El mío es un cisne negro. Pero es según el mago que lo invoca.

– ¿Y cómo se invoca?

– Con un encantamiento que sólo funcionará si te concentras con todas

tus fuerzas en un solo recuerdo de mucha alegría.

Draco intentó recordar algo alegre. Pero no tenía nada en especial. Recordó el instante en que el sobrero seleccionador lo envió a Slytherin y sus padres se sintieron orgullosos de que siguiera el legado familiar.

– Ya – dijo, intentando recordar lo más exactamente posible la emoción que sintió.

– El encantamiento es así – Atenea se aclaró la garganta – ¡Expecto patronum!

– ¡Expecto patronum! – repitió las palabras.

De repente, algo como un hilo, surgió del extremo de su varita. Era como un gas plateado.

– Muy bien – dijo Atenea sonriendo – Bien, entonces... ¿Quisieras probarlo en un dementor?

– Creo que sí.

Atenea cogió la tapa de la caja y tiró de ella. Un dementor con el rostro encapuchado, se elevó despacio de la caja, volviendo hacia Draco.

Las luces que había en el aula parpadearon hasta apagarse. El dementor se dirigió silenciosamente hacia él, exhalando un aliento profundo y vibrante, extendiendo una ola de intenso frío.

– ¡Expecto patronum! – gritó Draco – ¡Expecto patronum!

El dementor desapareció, gracias a Atenea. Draco cayó al suelo a través de una niebla blanca y condensa.

– ¿Te encuentras bien? – le preguntó Atenea, arrodillándose a su lado.

– Sí...

– Creo que hay que intentar primero invocando a tu patronus, luego vemos si lo puedes manejar contra un dementor.

– Esta bien – comentó un poco desganado.

– Draco, si no quieres continuar, lo comprenderé perfectamente...

– No – repuso Draco – Lo volveré a intentar.

– De acuerdo, entonces... – dijo Atenea – Tal vez quieras seleccionar otro

recuerdo feliz. Quiero decir, para concentrarte. Ése no parece haber sido

bastante poderoso...

Hizo un gran esfuerzo para pensar. Un recuerdo muy feliz... un recuerdo

que pudiera transformarse en un patronus bueno y fuerte. Empuñó otra vez la varita y volvió a su puesto en mitad del aula.

– ¡Expecto patronum!

Pero sin ver resultado alguno, Atenea se le acercó nuevamente.

– No puedo hacerlo – habló cabizbajo.

– Si puedes, sólo tienes que invocar un recuerdo feliz, sé que debes tener uno en mente – le susurró delicadamente mientras apoyaba una mano en su hombro.

Draco bajó la cabeza, evitando la mirada de la Slytherin. Pero en ese momento, fue donde ella entendió que, a pesar de que Draco fuese un gran mago, no tenía lo esencial para invocar un Patronus, entendió que no tenía algún recuerdo lo suficientemente feliz.

Cuando alzó la cabeza y Atenea lo miró directo a los ojos, dudando un poco en lo que haría, tomó valor y lo abrazó. Draco se puso rígido, pero después de un segundo, sus brazos la rodearon, y apoyó la mejilla en su cabeza.

Ella no podía recordar, honestamente no podía recordar, la última vez que alguien que no sea ella lo había abrazado. Por otra parte, Draco disfrutaba del abrazo. Sintió que su mundo se detuvo. Su mente estaba en paz. Sintió su cuerpo presionarse, suave y cálido. Esto era lo que había esperado, lo que había pedido. Agradeció interiormente y se abrazó con más fuerza.

– ¿Ahora si podemos volver a probar? Sólo una vez más – pedía mientras se separaba de ella.

– Está bien, continuemos. Tal vez funcione pensando en algo que deseas, algo que quieras.

– Algo que desee... – repitió dubitativo, pasándose la mano por el pelo.

– ¿Qué es lo que tú deseas? – le preguntó.

Antes de responder, soltó un sonoro suspiro.

– Desearía que estuvieses siempre conmigo.

Tras escuchar eso, Atenea sonríe, y se pudo ver el brillo en sus ojos. Esa era una mirada típica de ella cuando escuchaba las inesperadas palabras de Draco. El corazón de Atenea no podía ir más rápido y sus ojos no podrían estar más abiertos tras escuchar lo que le acaban de decir.

– Pero... No lo merezco – susurró Draco, mientras que ella apartaba el cabello que quedó frente a sus ojos.

– ¿Cómo te atreves a decir eso? – respondió sin aliento, tratando de buscar su mirada.

– Pues... no lo sé. Eres tan... buena y alguien como yo no se merece a alguien como tú – le aseguró. Pensó que ella era demasiado compasiva y dulce como para quererlo – ¿Cuándo te darás cuenta de que si me quedo a tu lado te puedo arruinar?

– ¿Y cuándo te darás cuenta de que no me importa? – preguntó – Por favor, no me digas eso y luego que merezco algo mejor. Yo no quiero algo mejor, yo te quiero a ti.

Al escuchar eso, la besó. Sin previo aviso, sin permiso. Sin siquiera decidir hacerlo, pero simplemente porque no podía haber hecho nada más. Necesitaba ese aliento que ella contenía.

Al separarse, ella lo mira con una sonrisa.

– Me pides un abrazo, pero me robas un beso... quien te entiende, Malfoy – habla Atenea, haciendo que Draco ría.

Desde ese momento se podía ver en sus ojos que ya no eran amigos.

¿La forma en que él le sonreía? Los amigos no se sonríen así.

¿La forma en que su rostro se ilumina cuando ella habla? Los amigos no se miran así.

Ya no eran ese tipo de amigos, ahora se habían convertido en algo aún más grande.

Feel Something |Draco Malfoy| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora