Ian
Después de tanto por fin había llegado el día. El día que cambiara todo. El día en que lo dejare todo. El día en que me olvidare de todo…incluyéndola a ella. No había momento alguno en estos días que no la recordara: su esbelta figura, su largo cabello negro, su movimiento al caminar, su sonrisa, sus mejillas sonrosadas, sus bellos ojos grises y, sobre todo, esos sensuales labios que me volvían loco. Su viva y perfecta imagen atormentaban mi cabeza, haciendo que la culpabilidad me comiera por dentro.
Ignorando la ola de sentimientos que presentaba, continúe haciendo mi maleta o, mejor dicho, revisando que nada faltara en ella. Poco después de acabar con lo anterior, me pase una mano por el cabello con frustración mientras cerraba la maleta.
“Hoy es el día en que dejaras todo atrás” me decía a mí mismo.
Baje la pesada maleta al suelo, me colgué una mochila en los hombros con lo indispensable y justo cuando iba a salir de la habitación me recibieron un par de irritantes ojos azules. Sentí como aparecía un tic en mi ceja.
–¿Qué haces aquí, Buckham? –Pregunte con un notable enfado.
El soltó un bufido burlón junto con una sonrisa, lo cual me hizo enfadar aun más.
–Así que es cierto…–me miro un momento, mientras cruzaba sus brazos. –Es cierto que te vas a Londres–.
Suspire cansado, tocándome la sien.
–Si, es cierto–brame enojado.
–¿Te das cuenta de las consecuencias que tiene esto? –Su voz se torno seria.
–Estoy consciente de ello, gracias por recordármelo. –Dije con falsa alegría y sarcasmo.
El entro a la habitación, cerrando la puerta a su espalda con cuidado. Desconcertado observe sus acciones, para que después el se colocara frente a mí con la expresión más seria que haya visto en su rostro.
–Se que no soy nadie para sermonearte pero, sinceramente, ¿qué piensas que ella va a hacer? –Hablo, sin mirarme a los ojos.
La pregunta me tomo desprevenido.
–No lo se, –conteste nervioso– supongo que continuar con su vida–.
Soltó otro bufido burlón, pero más desdeñoso que antes.
–Continuar con su vida, ¿eh? –Se burló, pero aquella expresión no llego a sus ojos. –¿Acaso no piensas en lo que estas haciendo? –.
Suspire de nueva cuenta, frustrado. Este estúpido irlandés estaba colmando mi paciencia más de lo debido.
–Mira…–.
–¿Mira? ¿Qué voy a mirar, Ian? –Comenzó a preguntar, con un tono de voz más alto.
–Tranquilo, no tienes porque…–
–¡Claro que tengo porqué! –Grito, saliéndose de sus casillas. –No entiendo por qué haces esto Ian. –Paso sus manos por su cabello, con enojo. –Primero que nada, ella te quiere bastante, no se merece que le estés haciendo esto. Si la querías tanto, ¿Por qué haces este tipo de cosas? ¿No piensas? No puedo creer que es lo que estas pensando con esto, esto lo estás haciendo por ti, no por ella. Además del hecho de olvidarla, no decirle que te ibas y hacerla sufrir por completo en estos meses…–.
–¡Eres la última persona que quiero que me este sermoneando, Jeremy! –El rubio se quedo aturdido ante mi cambio radical. Pero todo lo anterior era cierto, lo único que no quería era seguir escuchando las mismas palabras que muchos otros me habían dicho ya. –¡Puedo soportar a los demás pero no a ti! –.
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Be my valentine.
RomanceElla es una solitaria chica, aficionada al ballet, sin amigos y sin nadie en quien confiar. Su vida da un giro cuando aparece el genio pianista y bailarin, Ian Anderson, que la hara experimientar cosas que nunca antes.