Capitulo 17: Sucesos.

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Estaba recostada boca abajo en mi cama junto con mis deberes cubriendo el resto de ella. Solté un bufido, mientras abría el libro del profesor Smith: Química. Estábamos viendo, en ese momento, la forma en la que se estructuraban los aldehídos y las cetonas (cosa que ya habíamos visto al entrar en este periodo de estudio), pero el Smith quería que escribiéramos el por qué se estructuraban de esa manera; tenía que ser lo suficientemente convincente para poder que te ganaras por lo menos un 80% de la calificación del examen. Cansada y frustrada, solté el aire que estaba conteniendo con solo pensar en el absurdo trabajo del Señor Smith y me deje caer sobre el libro y la hoja que tenía encima este.

“¿No pudo pensar en algo mejor?” pensé con irritación.

-Victoria, la comida esta… ¿Qué estás haciendo?-.

Mi madre había entrado en la habitación y me miraba con una expresión de extrañeza en el rostro, con una ceja levantada y en sus labios se formaba una mueca. Aun con mi cabeza pegada al libro, gire mi rostro hacia mi madre y sonreí bueno… un intento de sonreír.

-Los deberes.- conteste aun sin levantarme.

-¿Y así es como se hacen los deberes?- pregunte con diversión y con los brazos cruzados. Solté un leve risita y rápidamente ella me siguió.- Vamos, la comida ya está lista.-dijo antes de salir y cerrar la puerta tras de sí.

-De acuerdo.- susurre antes de que ella saliera por aquella puerta.

Me levante lentamente y con pereza de la cama, dejando tirados todos los deberes en ella. Me coloque mis pantuflas de panda, me puse de pie y salí por la puerta blanca nacarada de mi habitación. Una vez afuera, me encontré a mi madre poniendo sobre el cristal de la mesa dos platos pequeños y un enorme tarro en medio que contenía ensalada dentro, por lo que pude ver.

-¿Ensalada de nuevo?-pregunte, curiosa.

-No e tenido tiempo para ir al supermercado Vic, pero hay pechugas de pollo en el congelador y creo que hay un baguette en la alacena, por si no  quieres ensalada.-dijo  dulcemente, sentándose en la mesa y sirviéndose ensalada en su plato.

- Y qué te parece si  mejor  cocino las pechugas de pollo, saco el baguette, tu preparas el aderezo, voy a comprar un poco de frituras de tortilla y tenemos una mejor ensalada, ¿no crees?-termine de decir, colocando mi cabeza sobre mi mano y mirándola con una sonrisa en el rostro. Ella torció sus labios y me miro con una expresión de diversión.

-Ve por las frituras, yo iré preparando el aderezo.-menciono mientras se levantaba con cuidado de la mesa, dirigiéndose a la cocina.

-Muy bien,- dije con entusiasmo, repitiendo sus acciones.- iré a comprar las frituras.-termine para dirigirme con rapidez a la puerta. Gire la perilla con cuidado, abrí la puerta y cuando estaba con medio cuerpo fuera del departamento…

-Vic, ¿no necesitas dinero?-escuche preguntar a mi madre desde la cocina.

-¡No hace falta!-le grite, para que mi voz se escuchara hasta donde ella estaba.-¡Ya tome un poco de tu bolso!-.

Los regaños y reprimendas de mi madre se escuchaban aun estando fuera de la casa. Para ella no había cosa más odiosa que el que la gente tocara sus pertenencias sin permiso, en especial su bolso. Inhale profundamente imaginando a mi madre mientras me lanzaba un sermón sobre no tomar cosas de su bolso sin autorización suya y, sin más, comencé a caminar hacia el abarrote más cercano.

Ese día hacia muy buen tiempo: estaba corriendo un aire frio, ya que la temporada de invierno ya había empezado desde hacía unos dos meses, el cielo estaba claro pero sin ningún rastro de que el sol fuera a salir. La gente vagaba de aquí para allá, con sus enormes abrigos puestos, las parejas caminando con sus pequeños hijos junto con enormes sonrisas en sus rostros que, con que los miraras un poco, te contagiaban la sonrisa. Después de estar disfrutando del escénico lugar, continúe caminando hacia el abarrote más cercano de casa. Al girar en una esquina ahí se encontraba el lugar donde vendían las frituras. Me acerque a la pequeña ventanilla, llame la atención de la señora que estaba a punto de atenderme y le pedí las frituras. Poco después de estar unos segundos esperando por las frituras, la señora me dio la bolsa, le pague en efectivo; estaba esperando el cambio cuando sentí como dos manos cubrían repentinamente mis ojos por debajo de mis gafas.

Be my valentine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora