Capítulo 23

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El oxígeno parecía enrarecerse a cada segundo transcurrido, mientras el dije morado seguía fulgurando más y más incandescentemente

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El oxígeno parecía enrarecerse a cada segundo transcurrido, mientras el dije morado seguía fulgurando más y más incandescentemente.

—Katya, para ya. —Escuché la voz de Deniel a lo lejos, suplicante, asustado.

Entonces mis pies se separaron del suelo, levitaba rodeada de una luz violeta con matices claros, amarillos. Flotando en el aire mi mano fue a parar a la fotografía, creyendo que nada pasaría. Me equivoqué, pues en cuanto mi piel rozó el cristal del portarretratos me sumergí en una escena que lucía tan vívida como si fuera mía, un recuerdo que acaeció años atrás en un pasado que había olvidado.

Me encuentro sola en casa, sentada en las escaleras que quedan a un lado de la ventana y la puerta principal. El sol se oculta mientras sigo temblando por los nervios.

La oscuridad, le temo tanto. Mi madre dice que es algo natural en niñas como yo, pero no tiene idea de a qué nivel llega este miedo. De repente la puerta principal se abre de golpe y entra mi hermana Abigail, agitada. La cierra y se queda pegada a ella, recuperando el aliento, noto que lleva su ropa zarrapastrosa y sudorosa.

¿Abi? Susurro para asegurar que se trata de ella, al tiempo que me levanto poco a poco.

Tenemos que irnos dice y se acerca corriendo—. No hagas preguntas por una vez en tu vida.

Jalándome con fuerza innecesaria me lleva arriba por una chamarra y otras cosas que no me deja ver. Para cuando salimos de casa, el cielo ya estaba oscuro y cubierto de diminutos puntitos brillantes.

¿Y mamá? ¿No vamos a esperarla? pregunto intentando seguirle el paso, adentrándonos en el bosque. Me esfuerzo por no llorar ahí mismo, el bosque es aún más oscuro e inquietante de noche. Nunca había caminado entre tantos árboles a esta hora, me perturba.

No vendrá, no sé en donde está. Solo avanza, Katya. Te pedí que no hicieras preguntas. —habla y apresura el paso. Al inicio su voz me lastima un poco, suena muy distante y disgustada conmigo, pero luego reparo en ella de otra manera: preocupada.

Seguimos caminando por varias horas. Hasta que llegamos al primer lugar en el que viví. Por instinto corro a la fuente y me asomo. No había agua en ella, solo hojas secas pertenecientes a los árboles del otoño. Está sucia y descuidada, me siento triste, no parece ni de lejos a mi fuente de los deseos. Pero claro, ya hace algunos años que nos marchamos y no dejamos a nadie que cuidara de ella.

El Secreto Es El Pasado / Terminada / *Sin editar*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora