7. Beso En La Frente.

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—Hoy no hay shipps...


El silencio no se hacía extrañar en los pasillos del hogar de la familia Enomoto. No porque estuviese vacía o porque la tensión fuera notoria, sino porque las únicas dos personas que estaban ahí tenían los cascos puestos y los ojos fijos en sus propios asuntos. La hermana mayor abrazaba una de sus almohadas por la emoción que le causaba la serie extranjera con la cual recientemente se había viciado, el hermano menor maldecía por lo bajo cuando volvía a morir en el videojuego que amaba y odiaba a partes iguales. Apuntaba a una noche tranquila y divertida, pero la naturaleza quería arruinar sus planes.

—¡Maldito seas, Sam!—se quejó Natsuki tirando la almohada al otro lado de la habitación. Dándose cuenta que debía recuperarla para seguir desahogando su emoción, se levantó pero notó que algo extraño estaba pasando. Las cosas en sus estanterías comenzaban a moverse erráticamente, los cuadros que tenía colgados comenzaban a balancearse y el piso se sentía inestable. Al comienzo pensó que estaba mareada por haberse levantado demasiado rápido, el sonido del vidrio temblando le hizo cambiar de opinión.

No había duda de que estaba en un temblor. Uno bastante fuerte.

Pese al temor que la invadió de golpe, unos borrosos recuerdos del último simulacro en su escuela llegó a su mente. Tomó en práctica la frase de "dejar todo e ir a un lugar seguro" aunque no tuviese zapatos puestos. Aunque en ese "todo" obviamente no incluía a su hermano menor.

—¡Kotarou!—llamó lo más fuerte que pudo dirigiéndose a su habitación. Él ya estaba en la entrada con su mano en el hombro y el miedo notorio en su mirada. Natsuki no pensó dos veces antes de tomarlo de la muñeca y guiarlo corriendo por las escaleras. Era difícil esquivar las fotos que cayeron de la pared al suelo, incuso llegó a pisar algunos. Por estúpido que sonara, por un segundo deseó haberse esforzado más en clase de educación física.

Nada de eso importó cuando ya ambos estuvieron frente a su casa. El movimiento del suelo podría estar disminuyendo pero ambos estaban temblando tanto que no lo hubieran notado. Pasados dos segundos de shock la chica se giró instintivamente para ver a su hermano. Ya no estaba simplemente asustado, estaba completamente aterrado (probablemente ella estaba igual)Sus ojos estaban abiertos como platos, su rostro pálido como un papel, y aún tenía la mano en su hombro, agarrándolo con fuerza.

—¿Es-estás... estás bien, Kotarou?—preguntó, y se dió cuenta de lo agitada que estaba su respiración. Él murmuró unas cuantas incoherencias antes de poder decir algo medianamente coherente.

—El... e-el trofeo del año pasado... el trofeo... cayó en mi hombro...—balbuceó indicando lo mucho que dolía, era un trofeo relativamente pesado después de todo. La Natsuki de hace media hora se hubiera burlado de aquel estado, pero la de ese mismo instante lo abrazó contra su pecho y besó su frente intentando calmarlo y calmarse a sí misma también.

—Tranquilo...—dijo intentando sonar más segura. Todos los vecinos estaban también en la calle probablemente igual de asustados; excepto los de la casa de al lado porque habían viajado a otro país. De fondo se escuchaban sirenas y alarmas.— Pronto llegarán mamá y papá y... y vas a estar mejor.

—Sí... gracias...

31 Besos [Honeyworks]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora