22. Beso En La Oscuridad.

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—Ken x Koudai...


—No quiero volver a ver un jodido libro en mi vida terrestre.

—Me temo que va a ser poco posible.

—¿Por quéééééééééé?

—Agradece que este es el último. Yo también quiero dormir por tres días seguidos luego de todo esto.

—¿Debería acompañarte?

—Lo sabrás cuando escribas un poema decente.

El problema es que yo también estoy sentado en la sala de mi casa, rascándome la cabeza e intentando averiguar cómo terminar mi propio poema. Resulta que no somos los más aplicados del mundo y terminamos con miles de deberes acumulados para mañana. Aplicamos la vieja técnica de dejar lo más fácil para el final, pero parece que subestimamos la dificultad del trabajo de lengua porque casi son las nueve y ninguno de los dos tiene un poema planteado. Al parecer no somos tan diferentes, como dice Kotarou.

Frente a frente están presentes

Tus errores y los míos

Son las cosas que nos faltan

Y...

¿Y...?

¿Por qué las rimas son tan difíciles? Maldito sea el maestro. Y mi falta de creatividad. Golpeo el bolígrafo con fuerza, cerrando los ojos para hacer una (milésima) lluvia de ideas. No tardo en escuchar un ruido extraño afuera.

—Y hasta ahí llegó la poesía.

—¿Qué?— abro los ojos y realmente no hay ninguna diferencia. Todo está oscuro a excepción de la poca luz que entra por la ventana, pero aún puedo escuchar la risa de Shibaken a mi lado. Qué conveniente momento para que se vaya la luz.—Oh, bueno, supongo que será una pausa obligatoria.

—¿Verdad que sí?—responde él. Me dispongo a asomarme por la ventana pero él se apresura a tomar mi mano. Sé que no puedo verle la cara porque está oscuro, pero puedo sentir su mirada de "estamos-solos-y-eso-significa-que-quiero-...ejem-acercarme-de-más" La última vez que la vi fue cuando Kotarou descubrió que estábamos saliendo. Casi muero de un paro cardíaco ese día y los muy imbéciles estaban riendo.

Bueno, eso no debería ser un problema porque soy una persona responsable capaz de negarme a sus encantos y encontrar una manera de solucionar todo... ¿Por qué me estoy volviendo a sentar?

Olvidemos lo anterior. Sí, acabo de hacer caso omiso a mi propia conciencia, pero no me arrepiento de corresponder sus besos. ¿A quién le importa si tengo mis brazos al rededor de su cuello? La luz probablemente volverá dentro de poco y además no estamos saliendo por nada ¿no?

Lo único que espero es que por lo menos tengamos inspiración para terminar los malditos poemas.


31 Besos [Honeyworks]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora