—Moena x Kobayashi...
AU en el que Moena esta en el hospital y Kobayashi es un doctor.
Tardes en las que el sol se cuela por la ventana como en un cuento de hadas le recuerdan a Moena de años atrás. Parecían los reflectores que le hacían destacar cuando proyectaba su voz al mundo. Odiaba admitir que echaba de menos sus días de fama aunque no hayan pasado tantos años. En su habitación aún deben haber varios vestidos coloridos y pomposos junto a la ropa heredada de su hermana mayor.
Hoy en cambio es un lindo día para morir.
No veía ese pensamiento por un lente depresivo, ella sabía más que nadie que amaba la vida, pero para su mala suerte su muerte ya había sido anunciada. "El treinta de diciembre Narumi Moena dejará este mundo." escuchó decir al doctor Kobayashi cuando olvidó cerrar la puerta de la habitación. Ella era algo despistada, pero no sorda.
Absolutamente nadie fuera del hospital sabía nada porque la misma Moena lo había impedido. No quería despedidas exageradas ni llantos dramáticos. Siendo una persona acostumbrada a ser el centro de atención, quería pasar su último día en silencio como una vela a punto de apagarse. Ya había escrito muchas cartas despidiéndose de todas las personas que alguna vez llegó a amar y le encargaría al doctor Kobayashi que las entregara a Sena cuando venga al día siguiente. Su carta fue la última que escribió y por eso está en la cima de la pila.
El doctor Kobayashi no tenía una carta ¿par qué hacerla si él ya sabía que ese sería su día final? Además cualquier cosa que quiera decirle podría escuchala de su propia boca. Hablando del rey de Roma, ahí estaba con una sonrisa cálida.
—Buenos días, señorita Narumi.— saludó con la confianza de un colega de toda la vida. Cada vez que sonreía así Moena recordaba el día que se conocieron hace ya muchos meses, sus ojos abiertos como platos antes de confesarle que él fue un fan devoto en su época de estrellato.
Ahora había pasado de verla como alguien inalcanzable a una persona con la que amaba pasar el rato hablando de todo y de nada a la vez. Igualmente ella pasó de verlo como un punto más en la multitud que la animaba a ser alguien a quien literalmente le confiaría su vida.
—¿En qué piensa, señorita Narumi?—preguntó sentándose a su lado. No lo mencionarían, pero dentro de poco estarían tomados de la mano.
—Hoy es un lindo día para morir.—dijo mirando a la ventana junto a la camilla. Todas las personas parecían ignorar el hecho de que ese sería el primer o el último día de alguien en la tierra.
—Sí, parte de mí alegra de que hoy sea un día precioso.
—¿Y la otra parte?
—La otra parte quiere detener el tiempo.
Bastaron esas palabras sinceras para aflojar la tensión en el aire y finalmente mirarse a los ojos. Ambos sabían que estaban conteniendo las lágrimas, obviamente, a nadie le gusta ver a un ángel a punto de morir.
—¿Sabe, doctor Kobayashi? Usted nunca me dijo su primer nombre.—mencionó acomodando las manos que inconscientemente buscaban tener sus dedos entrelazados.
—Oh, es...—Moena puso un dedo sobre sus labios antes de poder pronunciarlo.
—Shh, no quiero perder mis últimos momentos en eso.
—¿Entonces en qué quieres usarlos?—habló el doctor contra su dedo.
—Tengo dos misiones para usted. La primera es que quiero que mañana mismo entregue esas cartas en la mesa a mi hermana.— señaló a la mesa con ruedas en la que una pila de cartas ordenadas prolijamente hacia sombra sobre una caja de bolígrafos sin casi tinta.
—Entiendo ¿Cuál es la otra?
Moena retiró su dedo de los labios del hombre y lo posó sobre los propios. Eso y una mirada expectante exitosamente comunicaron el mensaje.
«A ti... te quiero...»
Era irónico, realmente irónico. El doctor Kobayashi la besaba como si fuera a romperse con el más mínimo toque, pero al mismo tiempo parecía que lo disfrutaba como si fuese ese su último día en la tierra.
«Idiota... La que va a morir soy yo...»
Nadie supo cuánto tiempo pasó hasta que volvieron a respirar. Seguían a pocos centímetros de distancia, con los ojos centrados solamente en el otro.
—Gracias... Tú realmente eres mi ángel.—susurró Moena como si de un secreto se tratase. Suficiente para terminar de destrozar a Kobayashi, quien sin contenerlo más se echó a llorar con los brazos cruzados sobre la camilla. El electrocardiograma mostraba una línea recta y plana.
Todas las personas parecían ignorar el hecho de que ese fue el último día de Moena Narumi en la tierra.
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31 Besos [Honeyworks]
Fiksi PenggemarTodos sabemos que los besos son como los caramelos ¡si te gusta, no puedes tomar sólo uno! En el universo de Kokuhaku Jinku Iinkai se puede respirar el amor en el aire ¡sean bienvenidos a 31 drabbles que lo demuestran!