Capítulo 4

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Wolf

— Señor, se acaba de escapar — informo uno de mis hombres por el radio.

— Esta bien, déjala. Que ella misma se de cuenta que no esta en Estados Unidos, luego la buscaremos. — Hable viendo por el computador el punto rojo que se aleja cada vez de la casa con rapidez.

A los minutos entró mi fotógrafo personal.

— Señor, aquí está lo que pidió — me entregó una carpeta llena de fotos.

La abrí encontrándome con muchas fotos de Josean, normales, entrando a las oficinas, comiendo, una me llama bastante la atención. Es el con una chica rubia en su auto.

Doy una carcajada. — ¿esto nada más?

—Así es señor, es lo que normalmente hace desde que trajo a la señorita Ámbar.

— Bien, puedes irte.

Vuelvo a mirar el computador viendo como el punto se a detenido. Me levanto y salgo del despacho

...

Ámbar

Siento como mis brazos duelen, abro mis ojos lentamente notando que estoy en una habitación, mis brazos están atados con unas cadenas que están pegadas al techo. Estoy colgando y apenas toco el suelo. Para mi suerte estoy vestida, bueno... con la camisa de Wolf.

La habitación esta sucia y oscura que solo es alumbrada por una pequeña lámpara que cuelga en el techo.

Me comienzo a desesperar al sentir como una mano se deslizaba por mi cadera. La persona apretó la camisa dejando ver la forma de mi cuerpo. Se posicionó frente de mi, pude notar que su cabello era rubio y rizado.

Enrollé mis muñecas en la cadena levantando mi cuerpo y doble mi rodilla dando una patada en su pecho haciendo que cayera al suelo quejándose.

— ¡No me toques! — Grito apretando los diente.

Este se levanta y se acerca a mi con una sonrisa.

— Si nos ponemos a pensar, tú estás atada, significa que puedo hacerte lo que se me de la gana — levantó mi camisa con brusquedad dejando ver mi ropa interior.

Repito la misma acción, pero esta vez su mano agarra mi pierna reteniéndola.

— ¡Suéltame!— grito — No me toques, Hijo de puta.

Sus manos se dirigieron a mi cintura, pero el sonido de la puerta rechinar lo hace detenerse y bufear.

— Jack... déjala. — la voz de Wolf se escucha. No se si relajarme o preocuparme.

— Jefe, usted me dijo que podía hacerle lo que quisiera— se queja el tipo llamado Jack.

— Era broma, vamos lárgate.

Jack asiente sin antes tirarme un beso.
Si pudiera lo mataría ahora mismo.

— Bájame de aquí — digo al ver como Wolf se acerca a mi.

— Que pena, pero... no va a pasar— llega a mi y queda a centímetros.

— ¿Qué quieres?— mantengo mi mirada con la suya — De mi boca no va a salir nada.

— Eso lo veremos — se acerca más.—¿Qué es lo que tu quieres?

— Sencillo... Que te pudras en la cárcel.— Susurro para sonreír.

El da una carcajada. Saca una pistola y la pone en mi frente.

— ¿Sabes que pasaría si ahora mismo te matara? — pregunta sobre mis labios. — Tus amiguitos de la DEA se olvidarían de ti y yo te enterraría en mi jardín como trofeo. Bueno, antes le enviaría un dedo a tu noviecito aunque no se si le importe mucho.

— ¿Que tiene que ver mi novio en esto?

Se aleja guardando la pistola en sus caderas, se acerca a la mesa y agarra un sobre amarillo. Lo abre y saca al parecer unas fotografías. Las voltea hacia mi y al ver lo qué hay en ellas me quedo quieta sin creer lo que veo. Pasa las fotografías y todas son iguales, la misma tipa y Josean.

Un Maldito MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora