Natasha
Necesitaba estar sola.
Había subido a la azotea del edificio, donde Clint me había creado años atrás un pequeño espacio donde poder tumbarme y mirar las estrellas en las noches de verano. Tan solo él y yo conocíamos este espacio y yo estaba agradecida de poder escapar a él siempre que lo necesitaba. Como ahora.
Me acurruqué en una manta y observé el cielo, desprovisto de estrellas esa noche. Las últimas veinticuatro horas habían sido todo un caos. Tenía tanto que procesar que no sabía ni por donde... Me estaba ahogando en un mar de pensamientos que no era capaz de controlar. Por primera vez en muchos años no controlaba el rumbo de mi vida y eso me aterraba.
Las horas previas al atentado contra nuestra vida habían sido desquiciantes para mí. Había experimentado verdadero miedo, no por el bebé, sino por mí.
Era una niña.
Una niña como lo había sido yo a manos de la Sala Roja. ¿Qué sufrimiento le esperaba a esa criatura de caer en malas manos? Solo de recordar cómo me abrían las piernas para violarme con trece años me estremecía. No le deseaba eso a ninguna niña del mundo. ¿Pero qué futuro le iba a deparar a esta criatura? La hija de la Viuda Negra y el Capitán América.
Me llevé una mano al vientre, siendo consciente de que era la primera vez que lo hacía por voluntad propia. ¿Cómo me atrevía a traer a un bebé a un mundo tan peligroso? Me sentía tan culpable por ello. Iba a vivir toda su vida bajo un riesgo constante, que nunca iba a parar, todo por ser mi hija. Porque en el momento que alguien se enterase de que la Viuda Negra tenía una hija... todos mis enemigos irían a por ella. Sería codiciada por continentes enteros...
Y yo no hacía más que pensar en abandonarla a su suerte. ¿Desde cuando huía de mis errores, por muy dolorosos que fuesen?
Cuando empezaba a sentirme nuevamente adolorida volví a mi apartamento. Me sorprendió encontrarme a Steve dormido en el sofá. Parecía que había estado esperándome.
Me acerqué a él y agarré la manta que reposaba sobre el respaldo para echársela por encima. Después me senté en el borde y le observé dormir. Estaba completamente relajado, todas sus facciones en calma. Ese era mi Steve favorito. Con mimo le acaricié el pelo y él suspiró. Me pregunté entonces qué estaría soñando para parecer tan relajado. Había tenido mucho tiempo durante nuestras noches juntas meses atrás para observarle mientras dormía y el Capitán América también tenía sus propios demonios en forma de pesadilla. Puede que él no tuviese sueños tan vividos y oscuros como los míos, pero su rostros solía estar fruncido muchas de las noches que habíamos compartido, como si las preocupaciones de Capitán América no le dejasen nunca descansar.
No sé cuánto tiempo estuve observándole y acariciándole el pelo, pero terminó por abrir los ojos con pesadez y mirarme.
―Hola ―murmuró adormilado.
―Hola, soldado ―sonreí―. Siento haberte despertado.
―Está bien ―bostezó y agarró mi mano, llevándosela a los labios después―. ¿Cómo te sientes?
―Algo cansada. Ha sido un día largo.
―Ni siquiera sé qué hora es...
―Las once.
―¿Has cenado? ―negué― ¿Quieres que te prepare algo? ―fue a levantarse, pero puse una mano en su pecho y se lo impedí.
―Estás exhausto, Steve. Ve a darte una ducha y acuéstate.
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Abre los ojos - Romanogers
FanfictionUna relación puramente sexual entre Steve y Natasha nunca hubiese salido bien. Y ella lo sabía. Por eso se marchó. Lo que ni en sus sentimientos más oscuros esperaba eran seis pruebas positivas de embarazado y un claro pensamiento: ella no quiere se...