Natasha
Traté de retener la primera oleada de nauseas en cuanto llegaron. Estaba en medio del gimnasio, rodeada por todos mis compañeros, por lo que no podía salir corriendo a los baños. Dejé de hacer sentadillas y me encaminé sin prisa al vestuario, intentando que no se me notase en la cara que iba a echar hasta la primera papilla. Manda cojones que no había vomitado la hamburguesa anoche e iba a hacerlo ahora. Tuve que llevarme la mano a la boca para contener el vómito en cuanto les di la espalda a todos y los veinte segundos que tardé en llegar al vestuario fueron los más largos de mi vida.
Vomité la hamburguesa, las patatas y hasta la primera papilla. Y cuando estuve segura de que no iba a volver a echar hasta los higadillos tiré de la cadena y salí del cubículo.
Steve estaba esperando sentado en un banco.
―¿Te encuentras bien?
―He estado mejor ―me acerqué al lavabo y me enjuagué la boca.
―¿Por qué no te tomas el resto del día libre? ―Steve se levantó de su sitio y se acercó a mí― No tienes buen aspecto, deberías de descansar.
Otra vez empezaba con lo mismo.
―Estoy embarazada, no enferma ―gruñí girándome hacia él.
―No digo que estés enferma, solo que tu cuerpo tiene que adaptarse a los cambios y que llevas semanas sin parar. Eso también te pasa factura.
No podía negar que estaba hecha una mierda. Física y anímicamente. Sabía que no iba a poder mantenerme mucho más bajo este ritmo demencial y el constante desgaste psicológico al que me enfrentaba desde que conocí la noticia del embarazo. En algún momento llegaría a un punto de no retorno... y no estaba preparada para ello.
―Pero... ―suspiré― Tengo que entrenar a Wanda. Además, tengo mucho papeleo pendiente.
―Yo puedo entrenar a Wanda. ¿Por qué no duermes un poco hasta la hora de la comida y esta tarde me ayudas a organizar las misiones de esta semana?
Lo pensé. Realmente me sentía cansada y no podía continuar entrenando en el estado en el que me encontraba en este momento. Un movimiento brusco y me vomitaría encima.
―¿Puedes cubrirme toda la mañana?
Asintió.
―Puedo decir que has tenido que ir a tu apartamento o que Furia te necesitaba.
―Está bien.
Una oleada de rabia y vergüenza me invadió al darme cuenta en la persona que me estaba convirtiendo. Me sentía tan enferma que no era capaz de realizar ninguna de mis tareas, por mínima que fuese. Yo nunca había necesitado que me ayudasen, que me hiciesen el trabajo... era una mujer fuerte, independiente y orgullosa. Pero ahora... ahora era una carga. Incluso había quedado relegada de las misiones.
Y empezaba a desesperarme.
Pese a que lo intenté, no dormí en toda la mañana. Un sonido constante bombardeaba mi cabeza y no era nada que viniese de mi alrededor, sino de mi interior. Pese a no haber mirado ayer hacia el ecógrafo cuando Helen comprobaba que todo estuviese bien, me había sido imposible no escuchar los latidos del bebé. Y llevaba atormentándome desde ese momento, como si no tuviese ya suficiente sufrimiento encima, suficiente carga sobre los hombros.
Ayer me escondí casi todo el día en el estudio de danza con el que contaban las instalaciones. Necesitaba hacer frente nuevamente a un aluvión de información sobre lo que me estaba ocurriendo, además de la emoción de Steve. Así que me subí a las puntas y bailé durante horas pese al malestar. Durante esos interminables minutos pude sentirme en paz por primera vez en mucho tiempo... hasta que necesité expulsar todo el contenido de mi estómago al llegar al final de la tarde. Fue entonces cuando la realidad volvió a pegarme una hostia.
ESTÁS LEYENDO
Abre los ojos - Romanogers
FanficUna relación puramente sexual entre Steve y Natasha nunca hubiese salido bien. Y ella lo sabía. Por eso se marchó. Lo que ni en sus sentimientos más oscuros esperaba eran seis pruebas positivas de embarazado y un claro pensamiento: ella no quiere se...