Abre los ojos - Romanogers

CAPÍTULO 6

Natasha

Unos toques en mi puerta me hicieron levantar la vista del ordenador. Pese a ser domingo y estar los Barton en el complejo había preferido quedarme en mi apartamento esa mañana. No me sentía especialmente bien y ya había tenido que correr al lavabo tres veces en la última hora. Corrí a la habitación y cambié la camiseta del pijama por un ancho vestido de punto que disimulaba al completo mi vientre. Después abrí la puerta.

―¡Mañana de chicas! ―anunció Wanda haciéndome a un lado y entrando a mi apartamento seguida de Laura, María, Sharon y Pepper.

―Hemos traído margaritas, helado, dulces y muchos snacks ―dijo Pepper mientras todas iban desfilando por la puerta.

―¡Y vodka! ―María levanto una botella de mi marca preferida.

Mierda.

―¿A qué se debe vuestra visita? ―las seguí y me senté en una esquina del sofá, junto a Pepper.

―Los chicos se han llevado a los niños a Coney Island ―explicó Laura―. Así que a Wanda se le ha ocurrido que nosotras también podríamos pasar tiempo juntas.

―Sí, porque desde que has llegado solo trabajas ―señaló el ordenador, donde estaba haciendo una investigación sobre los posibles miembros de Drakon.

―Está bien ―suspiré―. Soy toda vuestra.

―¿Cómo te las apañas, Laura? ―preguntó Sharon, disfrutando de su segundo margarita― Tú sola con los tres niños en la granja.

―Bueno, no es fácil, la verdad. Cooper ha entrado en la adolescencia, Lila quiere ser una espía como su tía Nat ―sonreí― y el pobre de Nathaniel es ignorado por sus dos hermanos por ser demasiado pequeño para incluirlo en sus juegos. Así que tengo que hacer malabares.

―Yo no podría ―dijo María―. De hecho, estoy segura de que no quiero hijos.

Sharon la miró con picardía.

―¿Sam lo sabe?

―Lo sabe. Y comparte mi opinión.

―Pues Tony y yo sí que queremos tener niños. Por lo menos dos ―comentó Pepper.

Sentí cómo mis manos empezaban a temblar. El karma me debía de estar tomando el pelo con esta conversación justo en este momento. Así que puse mi mejor cara.

―¿Y a que estáis esperando? ―Wanda movió las manos con emoción― Sería fantástico tener un pequeñajo corriendo por el complejo. ¡Imagina los ataques que le darían a Tony!

Sonreí ante la imagen de Tony tratando de mantener controlada la situación.

―Cada vez que nos proponemos intentarlo tenéis que salvar el mundo. Una así no puede concentrarse en hacer bebés.

―Ah, ¿qué hay que concentrarse para ello? ―bromeó María― De verdad, no sé qué le veis a los niños.

―¿Qué no le ves tú? ―contestó Sharon.

―Son ruidosos, llorones, sucios, indisciplinados, te hacen perder mucho tiempo, tu vida sexual se acaba, dejas de tener libertad...

―Pero qué concepto más equivocado tienes, María ―dijo Laura―. Puede que los niños sean llorones y ruidosos, pero todo lo que te aportan hace que se te olviden esas nimiedades.

Sharon me miró.

―¿Tú que dices?

―Yo no estoy hecha para tener hijos, la verdad.