CAPÍTULO 13

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Natasha

Tiré el sujetador al otro lado de la habitación, justo encima de los pantalones que también había intentado ponerme. Estaba harta de leggins, sudaderas y jerséis, pero nada más me valía. Tenía más tetas, más culo, más muslos y muchas más caderas... por no hablar del vientre... Y casi nada de mi ropa me servía. Hasta las bragas me apretaban. Bufé y me aparté del espejo, resignándome a ponerme unos leggins y una sudadera.

Después bajé a reunirme con Laura para llevar a los niños al colegio e instituto. Yo me quedaba en el coche mientras que ella se despedía, ya que no debía de ser reconocida, pero ese pequeño paseo me ayudaba a romper la sensación de estar encerrada en una jaula de cristal.

―Hoy estás de morros ―dijo cuando volvió al coche después de haber dejado a Nathaniel junto a su profesora.

―Necesito ropa nueva o pronto me pasaré los días en pijama.

Laura sonrió.

―Hagamos una visita al centro comercial.

―Ya sabes que nadie puede verme.

―¿Y quién ha dicho que vayan a reconocerte? ―abrió la guantera de coche y sacó una caja transparente con un invento que yo bien conocía― Clint insiste en que lleve siempre uno en el coche, por si lo necesitásemos.

Era uno de los inventos de S.H.I.E.L.D. gracias a los cuales nuestros rostros quedaban ocultos bajo un holograma. Los había utilizado en más de una ocasión, incluso para escapar de mis enemigos.

―¿Y bien? ―la sonrisa pícara que me echó dejaban claras sus intenciones.

Suspiré.

―Vámonos de compras.



Observé la amplia sección de maternidad de unos grandes almacenes. Había pasado de largo de la sección infantil pese a que Laura había querido que nos detuviésemos en ella. Pero no estaba preparada para ello. En cambio, estaba tan deseosa de volver a ponerme unos vaqueros que no me importó enfrentarme a la ropa de maternidad.

―¿Qué miramos primero? ―preguntó Laura. '

―Pantalones.

Me acerqué a un gran perchero con vaqueros y observé la tela elástica que llevaban en la cinturilla. Eran feísimos. Busqué en otros estantes y percheros, pero todos eran igual. ¿Qué clase de ropa llevaban las mujeres embarazadas?

―No pongas esa cara.

La miré.

―No estoy poniendo ninguna cara.

―Créeme, estos pantalones serán lo mejor que te ha pasado ―agarró unos de la percha y me los enseñó―. La tela elástica se amolda a tu vientre y va dando de sí según tu tripita va creciendo. Así te van a servir durante todo el embarazo. Pruébate unos.

Suspiré.

―No me queda otra, ¿no

―Si quieres pantalones vaqueros, no.

―Está bien.

Busqué mi talla en unos de color negro y dos de diversos tonos de azul. Después miré algunas blusas y vestidos, pero todo era demasiado... maternal. Nada de eso era para mí. Laura echó en la cesta ropa interior de color negro y algunos pijamas nuevos. No necesitó preguntarme para saber la talla. Por no hablar de que sabía a la perfección mi estilo de vestir.

Abre los ojos - RomanogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora