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Observa que el reflejo en su espejo de adornos de manera extravagante.

Sus ojos dorados que según en su época de adolescencia llamaba mucho la atención, pero ahora, están adornados por un color violeta; de nuevo.

Toma aquel polvo compacto de su tono de piel.

Con la pequeña esponja se esparce el maquillaje por la zona afectada; con muecas de dolor esparce aquel polvo haciendo que la marca no se note demasiado.

¿Por qué terminó en esta situación?, Debió de haberse negado a este matrimonio; ¿quién lo mandó?, ¿quién le dijo que era buena idea?, Cierto su tío.

— Vamos, WangJi es una buena oportunidad para ti.

Maldita la hora en que ese estúpido llegó a su casa con un ramo de flores, maldita sea su suerte.

Debió, debió haber huido con él; alejarse cuando se lo pidió, pero ¿qué hizo?, Rechazarlo, decirle hasta de lo que moriría.

El último recuerdo que tiene se él son las lágrimas que corrieron por aquellos ojos plateados; aquellos ojos que se volvieron fríos al ver su cara.

Otro suspiro sale de su boca, está atrapado, no sabe qué hacer, desearía volver en aquel tiempo donde tenía la libertad de ser él, de sentir la libertad, pero ahora está atado a un monstruo que, solo se preocupa por qué su alcoholismo sea saciado.

— Mami — Se escuchó al fondo.

— ¿Qué pasa cariño?

— Papá llegó.

Diablos, ¿Por qué no se quedó más tiempo fuera? Camina con rapidez a la sala, aunque no se podría decir sala a un sofá donde caben tres personas y contando que este tiene más años en aquel lugar que sus años de vida.

La puerta es cerrada con fuerza, el azote asustó al pequeño niño de cinco años. Tapando con su cuerpo al infante ve como aquel hombre con el que su tío lo caso.

Un ser repugnante que solo le da asco ver, camina ebrio por el lugar y cae al sofá, un gruñido sale de su boca y cae al suelo; después se escuchan ronquidos.

— Mami — llamó el infante — tengo miedo.

— No te preocupes cariño, vamos a la habitación a dormir, solo que en silencio bien.

El niño asiente y suben las chirriantes escaleras a paso lento y evitando hacer el menor ruido posible y evitar que aquel tipo que se hace llamar esposo lo agreda o a su dulce niño que ni así se le escapa de que sufra golpes.

*****

La mañana siguiente llegó como el viento; el rato que duró en el mundo de Morfeo se le hizo tan otro que quería volver a el, pero no podía, tenía que asistir a su pequeño que, el día de hoy tendría su primer día de clases en el preescolar.

Con el cuerpo pesándole horrores, se levanta y se dirige al pobre cuarto de baño; un lugar que solo tiene lo esencial, un suspiro sale de sus pobres labios secos.

Cuanto tiempo tiene viviendo en esta miseria; ha perdido la cuenta. Culpa a su tío de su situación actual y, todo para que según él mantenga su estatus, bha, tonterías.

Si fuera el caso no estarían viviendo en esta pocilga; la situación económica no es para nada gratificante y su cuerpo lo sabe, tiene la piel tan pálida a falta de alimento que tiene temor a que con un pequeño rasguño se le infecte, sus piernas están tan delgadas que los pantalones que le quedaban ceñidos a ellas ya le quedan bastante flojos, su piel, ah, su hermosa piel ahora está pegada al cuerpo que, más que persona parece un cadáver andante.

No contento con lo que ve toma el pequeño polvo compacto para cubrir aquellos horribles círculos morados con tonalidades negras que adornan sus dorados ojos, aquellas marcas de todo lo que ha sufrido a lo largo de este infierno.

A pensado huir de todo esto, pero algo lo detuvo antes de que sucediera, un embarazo, si como lo leen, un embarazo producto de que, a sí, una violación; Perfecto, ¿qué más podría agregarle a ello?, claro un maldito martirio de golpes constantes, e incluso algunas veces ha intentado violarlo, para evitar aquello a toda costa encerrándose en la habitación antes de que suceda y salvando de una u otra manera su trasero. Ya lo vivió varias veces y no lo quiere volver a repetir, no señor.

El polvo ha cubierto su fatídico rostro, ahora un poco de rubor y pintalabios rosa pálido para que le de brillo a sus belfos que se encuentran bastante secos. ¡Listo!, "precioso".

Ahora sale e ir a levantar a su pequeño monstruo que, por obra divina se parece físicamente a él; está bastante agradecido con ello ya que no viviría feliz que su hijo tenga la cara de su violador, su verdugo.

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