Segundo Capítulo

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Domingo, 18 de marzo del 2018

A D R I E N

Definitivamente no pretendo beber otra gota de alcohol en mi vida. Siento mi corazón en la cabeza palpitando provocándome dolor cada minuto. Y por alguna razón los pies de uno de los gemelos están en mi cara.

Los recuerdos de la noche anterior están desordenados en mi cabeza, lo que dije o cuando lo dije no lo tengo claro. Incluso con quien hable no es un dato del que este muy seguro. Tambaleo hasta el baño como un zombie que ha sido disparado en la pierna... Más de una vez. En ese trayecto comprendo que estoy en mi casa en la habitación de invitados, que es la que más cerca está en el pasillo al subir las escaleras lo que me permite adivinar que durante mi borrachera me quede dormido y debieron subirme cargado.

En el baño intento despertarme, con un ojo abierto y el otro medio cerrado. En el espejo intercambio miradas con aquel Adrien con cara de resaca, que básicamente luce como si me hubieran zombificado y poseído al mismo tiempo. Por eso y varías razones odio tomar alcohol con el único propósito de emborracharme.

Lo que me llevó a tomar anoche fue un bien construido mural de malas decisiones mías y de otras personas que no podía enfrentar. Pensaba olvidar que el mural estaba ahí jugando videojuegos hasta la madrugada, pero Debby tenía otros planes.

Los primeros ladrillos del mural vinieron de mi madre. Ella me dio la vida y la motivación para tomar malas decisiones. Desde el divorcio hace seis años mamá se convirtió en otra persona, o realmente su personalidad verdadera salió la luz. No fue hasta el día que se firmó los papeles del divorcio que realmente todo en nuestra relación madre e hijo cambió, empezó a distanciarse de mí.

Primero fueron solo los viajes que cancelaba por pasar el fin de semana conmigo y papá dejo de cancelarlos. Al principio no podía evitar sentirme culpable. Por eso decidí quedarme con ella. Pensaba y algunas noches sigo pensando que es mi culpa que ella quiera comportarse como una veinteañera que no tiene hijos todos los días. Pues de alguna manera al ser parte de su vida yo la prive de eso. No era mi lugar decirle que la necesitaba, porque tal vez eso era lo que ella necesitaba, estar sola.

Pensé que eventualmente ella vendría a casa de sus viajes y hablaríamos hasta tarde, conversaríamos lo difícil que fue esto para ambos. Pero las únicas conversaciones que he tenido con ella desde la firma del divorcio son los mensajes que me manda cuando viaja que se resumen a saludos y despedidas.

Intenté ayudarla, lo hice hasta agotarme. Llegué a leer el blog de la madre de Michael donde hablaba de este tema buscando soluciones, buscando maneras de...recuperar a mi madre. Para que ella siga siendo libre, pero sin que olvide que yo soy parte de su vida.

Al final esa misión fue demasiado para mí, y ahora accedí a que lo único que puedo hacer es apartarme de su camino.

Anteayer al llegar de una sesión de videojuegos con los gemelos la encontré en los escalones de la entrada, con una botella más grande que su cara ya casi vacía. Acostumbrado a esto desde su primero ahogo en una botella de vino el día que papá se fue de casa, la llevé hacia el baño tratando de ignorar el olor de su aliento y las cosas que murmuró sobre papá. Después de dejarla bañarse y darle el pijama, la acosté en la cama donde antes de dormir me confesó la razón del porque compró la botella.

"—¿Que pasó esta vez mamá?, casi ibas a lograr un mes—pregunte calmado, reprocharle no la ayudará.

—Lo sé, lo sé—responde acomodándose en la reposera de la cama. —Yo no la odio, hasta entiendo porque la eligió, yo entiendo que nunca podré ser ella...

—¿Quién es ella? —cuestione, aunque adivinaba la respuesta en mi mente.

—Heather, la esposa de tu padre—suspira. —Me la encontré en el supermercado comprando algunas cosas que la Sra, Glenis pidió para la casa y... ¿Tu padre no te ha dicho?

¡¿ELLA ES MI AMIGA?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora