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POV JON

Sin tocar la puerta entré y ví a Michaela quien, al verme frunció un poco su seño.

—Hola Michaela. -Saludé mientras me sentaba en la silla frente a su escritorio.

—Doctora Niño.

Me encogí de hombros quitándole importancia, ella puso sus ojos en blanco fastidiada pero por su pequeña sonrisa sabía que se divertía.

Hace un mes que Diana partió a Toronto, y desde ese día he seguido con mis terapias con Michaela. Le he tomado tanta confianza que ya no la tuteo, cosa que a veces le fastidia.

—Como sea. -Se levantó y fue al sofá que se encontraba del otro lado de la habitación, yo fui tras ella y me senté en el otro sofá. -Dime Jonathan, ¿Cómo te has sentido?.

Suspiré y negué.

—Días buenos y días malos Micha.

Ella sintió

—Háblame de ambos.

Me acomodé para empezar a hablar.

—Los días buenos son, días en los que me acuerdo de anécdotas que viví con Diana. Sus carcajadas, sus horribles chistes, sus caídas, sus berrinches y cosas así. No había un día en que no sonriera por su causa, incluso cuando tenía problemas en casa que, no eran muy seguidos pero cuando sucedían me daba el bajón. En fin, ella siempre estuvo ahí para apoyarme, aconsejarme y distraerme de todo lo malo y para cuando regresaba a casa, los problemas ya se había resuelto.

Hice una pausa perdiéndome en mis sentimientos

»Diana siempre fue una persona especial, y no solo por los sentimientos que tengo hacia ella. Ella siempre ha sido una persona muy alegra, hiperactiva y positiva. Ante cualquier circunstancia ella siempre el lado bueno, y cuando le preguntaba que pasaba con la parte negativa de las cosas ella decía, "Jamás hay una parte negativa, y si la hay, es porque tu subconsciente necesita protegerse de lo desconocido".

Michaela sonrió un poco asintiendo.

»Y es entonces cuando vienen los días malos, recuerdo cómo nuestra amistad se deterioraba con el paso de los días, las dulces palabras de Luna que me susurraba con tal de hacerme dudar de Diana. -Negué molesto. -Me dejé manipular por algo tan simple como la apariencia de una chica. Pero también sé, que todo esto también es culpa mía, por haberme dejado manipular, por creerle. Aún cuando la veía llegar a la escuela deprimida, con golpes y mucho más flaca, tuve que haber reaccionado en ese momento pero estaba tan idiotizado con Luna que no me di cuenta lo que pasaba a mi alrededor hasta....hasta que fue tarde.

Negué decepcionado de mí mismo.

—Eres humano Jon, y está en nuestra naturaleza cometer errores. No puedes culparte por cometer errores, y mucho menos una tercera persona porque nadie en esta vida es perfecto.

No dije nada, así que ella continúo.

»Ahora mismo, estás siendo invadido por la emoción que todos tenemos después de haber cometido un error. Culpa. Y esa misma culpa Jon, la te debería impulsar a salir adelante, la te guiará por un camino donde bien encontrarás topes, pero que ahora con el conocimiento y experiencia que tienes, te ayudarán a seguir adelante.

Negué sintiéndome asfixiado.

—Fue mi culpa que se la llevarán. -La mire con los ojos vidriosos. Ella me dió una tenue sonrisa.

—¿Fue tu culpa que la madre de Diana muriera?. -Fruncí mi seño confundido mientras negaba. -¿Fue tu culpa que el padre de Diana estuviera enfermo?. -Volví a negar. -Y, ¿Fue tu culpa las decisiones que ambos padre tomaron?.

Negué sintiendo un nudo en mi garganta.

»Así es Jon, no es tu culpa las decisiones que otras personas tomen. Y lo que sientes Jon no es culpa e-

—Pero dijiste que era culpa.

Asintió.

—Mucha gente al tomar decisiones equivocadas se pregunta ¿Que hice mal?. ¿Quién tiene la culpa?, Cuando esa palabra no debería de existir en nuestro vocabulario porque la palabra adecuada, es la RESPONSABILIDAD. Tu eres consciente de tus acciones así sean buenas o malas, tendrás que sumir tus responsabilidades que está acción conlleve.

Asentí entendiendo su punto.

»Entonces, tu no eres responsable de lo que Diana paso porque pudiste reaccionar a tiempo. Te diste cuenta de lo que estabas haciendo mal y decidiste cambiar, cambiaste el rumbo de las decisiones que antiguamente estabas tomando, y así como tu te equivocaste, ella también lo hizo. Desgraciadamente cuando ella se quiso dar cuenta, estaba atada a una silla después de las golpizas que su propio padre le daba.

Limpie con rapidez una lágrima que corrió por mi mejilla.

Michaela me pasó un pañuelo que tomé rápidamente pero sin arrebatárselo.

—Lo entiendo.

Ella sintió conforme.

—Muy bien Jon. Creo que eso es todo por hoy y de tarea, quiero que analices todo lo que te dije y me hagas los pros y contras de la decisión que tomaste.

—Esta bien. -Extendí mi mano para despedirme y ella la tomó.

—¿Nos vemos en una semana de acuerdo?.

Asentí caminando a la puerta.

—Por supuesto Michaela.

Cerré la puerta antes de escuchar su grito.

—¡Es doctora!.

Rei sintiéndome un poco más relajado y tranquilo. Eso era lo que siempre sentía al salir de las terapias de Michaela, esto realmente me estaba dando resultados.

Mientras tomaba mis terapias, mis papás me dijeron que regresa con ellos para no llevar este proceso solo y aunque en un principio dudé sé que fue una de las mejores opciones que he tomado en estos dos meses.

Ambos me han estado apoyando, han estado ahí para mí en mis ataques de rabia, porque si, solía tenerlos desde niño y estaba medicado para ello aunque no fueran tan fuertes, solo que, con toda esta situación, estos incrementaron de nivel.

No me han tratado mal a pesar de todas las cosas malas que les he dicho, de lo mucho que los he ofendido. He terminado arrodillado ante mis padres llorando pidiendo perdón cuando mis episodios terminaban.

Ellos siempre me perdonaban llorando conmigo.

Así que sé, que mejores papás jamás podré tener.

Luego está Xavier, hace unas semanas pidió una licencia para poder viajar a otros lugares, lejos de aquí y lejos de sus padres. He hablado una que otra vez con el y le va bien, aunque no me ha dicho a dónde fue, por su tono de felicidad se que el realmente está bien. Y realmente me alegro.

Y luego está Tyler, quién ha estado deprimido estos días por el imbécil de Vasco, aún recuerdo aquella noche que llegó literalmente ebrio de dolor.

Aunque, gracias a un mensaje mío hacia Diana, Tyler ha estado un poco más tranquilo y menos versión zombie.

¿Cómo va lo mío con Diana?. A pasos de lombriz.

Hablamos por mensaje una que otra vez pero por su escuela, el trabajo y sus terapias apenas nos podemos decir hola. Me jode un poco pero se que es por el bien de ambos, los nos necesitábamos este espacio, esta sanación para que podamos salir adelante.

La extraño demasiado, hay ocasiones en las que me quedo en mi cama mientras veo las fotos que Diana y yo nos hemos tomado durante todo el tiempo que llevamos de amistad y aunque lo intento, no puedo evitar llorar.

Cómo dije, días malos.

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Cicatrices del Pasado © (CC #2) | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora