𝕮𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 17. 𝓗𝚒𝚜𝚝𝚘𝚛𝚒𝚊𝚜 𝚢 𝕮𝚘𝚗𝚏𝚎𝚜𝚒𝚘𝚗𝚎𝚜

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Sus palabras han brotado de su boca con un sonido ronco, tan bajo que si no hubiera estado a su lado no lo hubiera comprendido del todo. Pero ahí está él, con la mirada que muestra una herida profunda en su interior, consternado, y su aura se comienza a bajar de intensidad además de oscurecer; parece una vela azuzada por el viento. Es tristeza y dolor. En menos de cuarenta y ocho horas ya he visto dos cosas nuevas de él: Una sonrisa sincera que le hace atractivo, y una sensación de ausencia absoluta. Vacía o miedo a la pérdida.

Kael mira sus manos, las cuales tiemblan ligeramente; y entre susurro las insulta para que se detengan de una maldita vez. No quiere verse expuesto y débil. 

—Estúpidas manos...

Las cierra con fuerza, tomando respiraciones agitadas y violentas, posiblemente muy molesto consigo mismo porque me está enseñando algo que no le gusta. La debilidad no es un rasgo que él acepte, y mucho menos le gusta exponer dolor, miedo o lástima frente a los demás. Debo admitir que ambos compartimos eso, aunque con una diferencia: Yo me termino vaciando tras un cúmulo de infinitas muertes hasta normalizarlo; él no puede hacer eso aunque sea un perro infernal.

Quizás hubiera sido más fácil mi vida si hubiera sido alguien sin sentimientos o emociones, nada que me atara a la duda o al anhelo. Pero eso es inhumano. Cualquier criatura merece experimentar emociones distancias, difíciles o sencillas; incluso yo, que tampoco dejo de serlo pese a que bailo con la muerte antes de volver a revivir mis días. Experimentar, que no emular, tiene que dejarse ver de forma natural y no forzada; y todo porque somos seres vivientes y no simples robots. 

—No te avergüences de ello... —le susurro, pero no quiere escucharme—. Estás en tu derecho de expresarte como creas conveniente cuando algo te perturba.

Por un momento pienso en que, quizás, esto sea una de las razones por las que Kael repta hacia mi cama. Le asolará la ausencia de sus progenitores, sentirá la culpa recorrerle como si le acariciara un fantasma, y la marca quedará eternamente adherida a su piel. Será un tatuaje imborrable. Pero... sólo fue un momento pensar en ello. En realidad yo no conozco nada de él, nada más allá de lo que deja ver: Una apestosa personalidad agresiva, un descaro que utiliza para meter los labios —y otra cosa— entre las chicas que se liga con una facilidad que no alcanzo a comprender; el negar seguir las normativas de este lugar y seguir las suyas propias; el deambular como un perro de un lado a otro sin importar lo que otros piensen; movimientos y decisiones erráticas... Kael es una incógnita para mí, y aun así yo no puedo sanarlo. Ni siquiera yo soy capaz de curar mis propias heridas como es débil; porque al fin de cuentas tampoco es que las vaya comentando por ahí. 

Es mi herida, es mi problema.

¿Debería de dejarle solo? Quizás es la opción más sensata al verlo tan desencajado. 

Con el paso de las décadas me he topado con personas que no saben lidiar con sus problemas personas, criaturas que necesitan enrollarse con la soledad para luego soltar la bilis de diferentes formas: Golpes hasta que los nudillos se pelen, gruñidos hasta que garganta raspe, lloros hasta que los ojos escuezan, sexo con cualquiera, alcohol que nuble su juicio y pensamiento... todo para hacerlo desaparecer por un tiempo indefinido. 

Pero también existen aquellas personas que no necesitan destruirse de una forma tan dolorosa. A veces sólo necesitan un abrazo silencioso sin mediar palabras, unas frases de confort para que la carga no la consideren tan injusta y dolorosa... ¿A qué grupo pertenece él? Alguno tendría que ser, o en el peor de lo casos lo haría en ambos dependiendo de la ocasión. ¿Y hoy? ¿Qué es lo que necesitaría alguien como él para un tema como este, soledad o confort?

Kael cierra los ojos para tomar una gran bocanada de aire, pero no ha soltado ninguna lágrima. Quizás no las tiene siquiera, pero puedo apreciar que posee una sensación de dolor que no es necesario que se transmita entre palabras. ¿Me marcho o me quedo? ¿Estar ahí quiero, como un pilar más o darle un abrazo silencioso? Las emociones no son precisamente mi punto fuerte, sino las únicas que experimento durante una huida para sobrevivir de mis asesinos. Quizás lo que más destacaría en mí sería la rectitud de mis acciones, y mi juicio interno. El análisis de todo lo que me rodea. 

𝔸𝚜𝚋𝚎𝚕 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora