Los ojos de él son inconfundibles pese a la oscuridad. Es como si, ambos orbes, hubieran sido prendido con dos pequeñas llamas dentro de un cristal color escarlata, queriéndome decir dónde está él y así yo acuda a su lado. Pestañea poco, sigue mirándome aunque yo no aparte la mirada de ese chico que se camufla entre las sombras; me llama, quiere que baje hasta ahí y le susurre en el oído la orden que debe de seguir. O quizás sólo quiere que, juntos, degustemos el caos de este lugar en el que todos se han vuelto locos y corren como pollo sin cabeza.
—¡Señoras y señores, les pido que guarden la calma! —pronuncia la decana con una aparente calma para que los sonidos, poco a poco, se vayan rebajando—. Por favor, entren ordenadamente hacia dentro de la universidad e identifíquense entre los guardias del portón; sabremos de inmediato si hay un intruso entre nosotros.
Vuelvo a mirar a Kael, quien no ha apartado la mirada en ningún momento; pero ahora tiene la mano levantada, señalando en mi dirección como si quisiera que iniciáramos un baile hacia la rebelión del momento. Me está llamando, asemejándose a las sirenas de la mitología griega y su cántico me hace morderme los labios inconscientemente.
—Ven... —susurra, enviándome esa única palabra a través del viento hasta alcanzar mi altura—. Baja...
—Vete a la puerta principal ahora mismo si me escuchas —ordeno, observando que asiente con firmeza y desaparece de inmediato.
Aún con los nervios entre todos los presentes y los murmullos que no dejan de oírse, reiniciándose, resoplo para darme la vuelta y zanquear hasta el armario. Me quito el pijama tan rápido como puedo y me pongo la ropa que me compró Kael —la negra—, sumando una chaqueta gruesa para que el frío nocturno no encasquillara mis músculos. En el pantalón coloco la libreta y el bolígrafo que me regaló Auro, el cuchillo del motel que todavía lo conservo, la linterna de Gwen, la navaja que me quedé de Kiri y un martillo como arma provisional.
Miro la puerta de la habitación, entre la penumbra que no pueden arrancar las escasas bombillas supervivientes del habitáculo y tomo una profunda bocanada de aire. Termino saliendo al pasillo, hallando una escasa iluminación que proviene de las luces de emergencia; que aunque no emiten demasiada visibilidad, las auras son mis luces de provisionales para poder caminar con aplomo y no morir en una estúpida caída por las escaleras. Lo hago rápido, mas sin agotarme rápidamente y todo porque estoy seguro que la noche será larga. Necesito toda la energía de sobra que pueda conservar.
Observo que las personas entran muy lentamente al interior de la universidad una vez se identifican, percibiendo que no existe ninguna aura entre los presentes que parezca calmada. Hasta los propios vampiros guardan bajo su gélida expresión un atisbo de temor. Las chicas lloriquean en los pechos de sus padres, gimoteando sobre los cadáveres de la fiesta; los chicos están furiosos y la mayoría de ellos estoy seguro que son licántropos. Sin embargo Eric, Keira y Kael no los tengo a la vista, por lo que procedo a darme prisa y evitar una tragedia más grande.
Aprovechando que el hall todavía no se ha llenado, intento escabullirme por la puerta principal hasta que la mano de Tihara atrapa mi brazo; junto a la chica-gato, quien tiene la cola hinchada y alzada. La luz sobre la puerta principal me permite verla, y en su mirada hallo un toque de advertencia. Es severa. No cree que pueda hacer algo para solucionar esto que acaba de pasar, pero ella está muy equivocada si se cree que voy a estar lloriqueando en mi habitación.
—Asbel, no es seguro salir y todo está muy revuelvo —me dice la decana con la voz atacada, a causa de preocupación me aprieta un poco más—. Por favor, vuelve a la...
—Estoy seguro de quién ha sido —la interrumpo en un tono seco, pese a que no lo estoy cien por cien sino que tengo una sospecha ligera. Sólo necesito averiguar si es ella u otra cosa parecida a esa loca peliblanca que hace tiempo que no he visto.
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𝔸𝚜𝚋𝚎𝚕 [También en Inkitt]
FantasyPara la muerte es un soldado encubierto, quien no será auxiliado; para los Dioses del mundo un juguete con libre albedrío, que será injustamente estudiado. Asbel posee una inmortalidad cuestionable, una suerte que da risa, y es la diana perfecta par...