𝔸𝚜𝚋𝚎𝚕 [También en Inkitt]

𝕮𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 19. 𝕷𝚘𝚜 𝕮á𝚗𝚒𝚍𝚘𝚜 𝚢 𝚜𝚞𝚜 𝕷𝚞𝚗𝚊𝚜

Ha sido escuchar esa única palabra de su boca, y el movimiento de mi mano se ha efectuado de maner automática, el arma ha sido lanzada del mismo modo que lo haría un dardo. No ha sido un golpe portal. Matarlo no me servirá de nada, porque en algún momento sé que me lamentaré de haberlo hecho, aunque sólo fuera por un absurdo impulso a causa de la frustración. He obtenido lo que quería saber, sin importar si iba a ser un burdo embuste o una respuesta sincera.

En el fondo quise saberlo, pese a que mi cabeza me estaba diciendo que lo mejor era seguir siendo ignorante, que le dejara jugar durante un tiempo hasta que me aburriera de su doble cara. 

De todas maneras no podría corresponderle, porque no tengo ni idea de cómo se hace. Kael no tiene la suficiente madurez para enseñarme, sobre todo por su única aspiración en este campo es ser una hipersexual de día y un encanto de noche. No puedo darme el lujo de experimentar un sentimiento como él. Tan volátil, tan impreciso, tan... egoísta. La muerte tarde o temprano me lo termina arrebatando todo; y si lo aceptara, en el hipotético caso de que lo hiciera, él desaparecería con todo el equipaje. 

Desaparecía su cuerpo por completo, los abrazos nocturnos, los enfados que compartimos al chocar como olas, los recuerdos que hemos ido creando durante este tiempo, el sonido de su voz, la mirada refulgente entre la oscuridad.... Desaparecería todo, y por ello lo mejor es contradecirle. 

El cuchillo a duras penas le ha rozado la cara y por ello no se ha movido, sólo ha sido un corte superficial sin sangrado por el momento. Sé que no lo he matado, tampoco está inconsciente porque sus cuerpo está hiperventilado por el simple hecho de creer que a lo mejor lo iba a matar enserio. Ahora mismo le he realizado un jaque a esta partida de ajedrez, donde lo óptimo es tener la mayoría de las piezas dentro de mi parte del tablero; y para ello tendré que sacrificar algunas de menor valor para ganar la partida. No quiero dudar ni por un segundo que esto no debe de sacrificarse, porque no es así. Tiene que ser de ese modo, o será peligroso.

—Yo no miento... —masculla sin moverse del suelo.

Sin pronunciar ninguna palabra me acerco hasta él, pensando en si realmente debería de ser mucho más desagradable. O quizás debería de aceptar para que el tiempo terminara por darme la razón, que esto no funcionaría. Sea cual sea el resultado, estoy seguro de que esto sólo nos hará perder el tiempo que tenemos —pese a que el mío sea infinito—. Quiero asegurarme hacerme entender a mí mismo que esto sería un peso que no sabríamos llevar ninguno de los dos. Es un hecho que nadie puede negarme: Él y yo sólo somos compañeros de equipo, no nos soportamos, somos egoístas a nuestra manera, posiblemente incompatibles... Y ninguno nos merecemos algo como el amor o los sentimentalismos. 

Él es demasiado sexual ; yo demasiado pío hacia la pureza de mi cuerpo.

—Mientes, Kael —le susurro en el momento que me agacho y recojo el cuchillo—. Créeme, amigo... eso que has dicho es una mentira. No puedo gustarte de esa forma que te he preguntado.

—¡Yo no miento! —gruñe, a lo que intenta agarrarme de la mano. No tiene éxito, ya que le he respondido con un bofetón en la palma que se la he devuelto al suelo—. No miento... yo...

—Kael, escúchame por favor... Es mejor que esto sea una mentira, una que no te voy a tener en cuenta —le recomiendo con un tono frío, poniéndome en pie para alejarme hasta la puerta—. Avisaré a alguien para que venga a por ti, ya que yo soy demasiado débil y no puedo cargar a un chico tan fuerte y grande como tú —acotó en un tono ácido, intentando hacerle daño para que desista.

Su respuesta es un gruñido grave, molestia, y espero creer que es por mi puya.

—Asbel no puedes...