A primera hora de la mañana despierto como nuevo, como si aquel maldito paralizante de Ewan no hubiera invadido todo mi cuerpo. Tengo la manta echada hasta el cuello e inconscientemente paso bajo la manta bajo aquella tela cálida color tierra, suplicando en mi fuero interno que Kael no esté al lado. Afortunadamente no es así, porque cuando levanto la cabeza lo veo acostado en su cama, con un bóxer que le marca un bulto bien gordo que me niego a seguir observando, además de espatarrado como el perro que es.
¿Por qué hizo eso?, pienso hasta que mi mirada se encuentra con de Caleb, quien está leyendo un libro. Está apoyando la mitad de su espalda contra la almohada, bastante centrado en su lectura sea la que sea. ¿Debería de darle los buenos días, o mejor disculparme primero al ser el que está despierto? Entretanto me observa por el borde superior de los ojos, quizás sabiendo que tengo algo que decir pero que por alguna razón estoy algo nervioso.
—Buenos días, Asbel —dice en voz baja, en el tono justo para escucharlo.
—Buenos días —murmuro, aún dudando de cómo debo empezar—. Amm... yo...
—No te disculpes —se adelanta Caleb en un tono suave—, es comprensible que te hayas comportado de esa forma. Te meten en un lugar lleno de desconocidos, te obligan a agruparte con siete de ellos, las cosas te abruman por ser nuevas y un recuerdo triste te invade hasta que te empuja a alejarte —se encoge de hombros—. Tu reacción es entendible y no debes de avergonzarte por ello.
Ha utilizado las palabras más oportunas para el momento, porque es un hecho que ha ido acertando conforme ha ido resumiéndolo todo, así que que de todos modos no hace demasiada falta disculparme. ¿O sí? ¿Y si es una prueba? Creo que fue Eiden el que dijo que intentáramos no joder el grupo, porque entonces nos llovería la mierda.
Lanzo un suspiro pesado, levantando medio cuerpo para estirarme, y Caleb cierra su libro con tranquilidad. Quizás comprende que no tengo más remedio que hacerlo, aunque no quiera. De todos modos, debo dar una disculpa lo más sincera posible aunque sea con cierto esfuerzo. No importa que no lo considere culpa mía, pero hay que comprender que todas las acciones tienen consecuencias; y esta vez me han librado de que todos la hayamos cagado por haberme escapado.
Tomo una bocanada de aire, inundándome de valor.
—Siento mucho haber causado problemas, Caleb —inicio y él se queda inmóvil como una estatua, a la espera de que siguiera diciendo algo más—. Tengo... mis razones para haber hecho lo que hice, pero...
Vamos, sé sincero, Asbel. Esta gente no tiene ni la más remota idea de lo que tienes entre manos, y lo mejor es no atizar más aún el estanque de tiburones, a no ser que quisiera morir de la forma más estúpida posible.
—Prosigue —insiste levemente Caleb, aunque sin presionar.
—Pero no me siento a gusto en este lugar, como bien has dicho. —Trueno ligeramente la espalda para intentar adoptar una postura más cómoda, y luego le sigue el cuello—. Son demasiadas cosas, y no vine aquí por mi propia voluntad. Admito que me abrumé, la cagué, y lo menos que puedo hacer es pediros a todos disculpas porque es lo mínimo que merecéis aunque no sea suficiente.
Mi confesión parece no afectarle en absoluto, como es comprensible. Es más que probable que esté hablando de más, y a esta gente le dé exactamente igual mis problemas.
—Gracias —termina diciendo con solemnidad e inclina levemente la cabeza, gesto que me parece inusual y algo arcaico—. No sé tu historia, pero todos tenemos una, y comprendo que no nos tengas la confianza que necesitas para hablar. No te lo reprocharé, porque tu vida es solamente tuya; nosotros, en cierta medida, estamos de paso.
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𝔸𝚜𝚋𝚎𝚕 [También en Inkitt]
FantasíaPara la muerte es un soldado encubierto, quien no será auxiliado; para los Dioses del mundo un juguete con libre albedrío, que será injustamente estudiado. Asbel posee una inmortalidad cuestionable, una suerte que da risa, y es la diana perfecta par...