𝕮𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 32. 𝓟𝚊𝚌𝚝𝚘𝚜 𝚎𝚗𝚝𝚛𝚎 𝕲𝚞𝚊𝚛𝚍𝚒𝚊𝚗𝚎𝚜

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Mi madre tenía razón cuando me dijo que el amor era un sentimiento que todos deberíamos de sentir constantemente. El amor hacia uno mismo, el amor hacia los demás, el amor hacia la vida, el amor hacia nuestros hobbies, el amor a aprender cosas nuevas... Pero también lo tenía cuando me dijo que el amor no era perfecto.

Recordé sus palabras como un tatuaje en mi mente.

No era perfecto, porque cuando lo pierdes o éste no es correspondido sientes como todos los problemas y dolores te hieren, te atan una soga al cuello y clavan una navaja en tu estómago. 

Tampoco era perfecto porque nunca sabes de quién te vas a enamorar. 

Puede ser que te prendes de una persona herida, una persona tóxica, una persona que nunca ha sabido amar... El amor te vuelve idiota, al menos a la mayoría de las personas que conozco. Sin embargo, yo no tengo tiempo de atontarme, porque sé que tengo toda la eternidad para hacerlo en cada momento. A ser posible con él, cuando pueda asegurarnos tener un espacio tranquilo para dar rienda suelta a todo lo que Kael quiere enseñarme; porque él mismo me ha asegurado que se está conteniendo conmigo más que con nadie en toda su vida.

Esperaré a ese día, pero mientras tanto todo mi plan debe de seguirse al pie de la letra; porque conozco el sabor de la pérdida, y la suya hace mucho daño.

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El miércoles es un día normal, al menos en términos generales, y ya estoy seguro al cien por cien que el viernes es el momento en el que Kael y yo íbamos a morir: Él envenenado y yo, mayoritariamente decapitado. 

Pero ahora las cosas son distintas, me he asegurado de ello: Tengo mi plan exactamente estudiado desde todos los flancos que me puedo permitir; tengo a mis amigos para ayudarme a darle caza a esa cosa que se ha metido con alguien que no debe; tengo a Kael comiendo de mi mano, donde los besos y las caricias son un bálsamo para su cuerpo y la precoz lasciva como el premio que se llevará si es tan obediente como siempre le recuerdo; y también tengo la llave del único lugar del que todavía no he podido entrar. Una habitación oscura, enigmática, y en la que estoy seguro que será el siguiente paso hacia una respuesta que no esperaré.

Porque los lugares a los que son más difíciles de alcanzar, mayoritariamente esconden consigo secretos que otros quieren proteger. Y eso está en uno de los sótanos.

En las clases yo he sido el artífice de manipular un poco las temáticas de aprendizaje a mi conveniencia, pero que al mismo tiempo no llamara demasiado la atención: Gracias a mi intervención premeditada, he provocado que Adam Savage nos enseñe a defendernos con astucia de un nivel superior —sobre todo porque le estuve tocando el ego muchas veces, interrumpiéndole con que muchas de las cosas que nos enseñan son previsibles—; con la Srta. Pinky me aseguré que en sus clases la ropa fuera algo más que un complemento de camuflaje, le dejé caer que una simple bufanda servía para algo más que proteger la garganta del cuello —adoró mi astucia, gané interés en ella, y sólo por ello se dejó llevar por mis comentarios para guiar la clase a su manera—; con la profesora Icebell tuve que ser un poco más cabrón, profundizando más en la opción en la variantes de antídotos de distintas plantas... He intentado ser sutil como una serpiente, pero con Sr. Hidoki ha sido prácticamente imposible no destacar.

Toda la hora va a estar orientada a practicar artes marciales, un uno contra uno, y yo no he dudado en elegir a Kael como mi posible enemigo. Quiero comprobar si sus sentimientos por mí lo transforman en un idiota, o al menos sabe separar el peligro del tonto amor que le hace algo más que latirle fuerte el corazón e inflarle esa polla como un globo con forma de porra policíaca.

𝔸𝚜𝚋𝚎𝚕 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora