Aquel dia... [Dabideku]

CAPITULO 34

~~IGNORADO~~

Dabi estaba enojado.
Izuku no sólo no le hablaba, lo ignoraba olímpicamente.

Se había levantado más tarde, el ruido de la puerta siendo cerrada lo levantó.

Al parecer Renji se había ido junto con el otro mocoso. Pues ya era más de medio día y todos habían desayunado.

Izuku ni siquiera lo voltio a ver y se la paso ignorándolo.
Quería hablarle pero el pecoso no le daba oportunidad de ni acercarse.
Aun cuando habían ido a la sesión de quimioterapia de Inko.

—Me quiero quedar contigo — dijo el pecoso.

Inko solo le sonrió, ella no había notado como su hijo ignoraba a Dabi.

El menor se sentó a los pies de la mecedora donde estaba Inko siendo atendida para su quimioterapia.
Dabi apoyado en la puerta veía como sacaba cosas de su mochila amarilla, entre ellas la libreta de apuntes que le dio. Sonrió por qué almenos no despreciaba el regalo.

Vio que era el momento de irse y dejó a los peliverde solos. Despidiéndose de Inko como siempre, y para pesar del niño, le acarició su cabeza como despedida.

Izuku le mostraría a su madre, cada cosa que anotó en sus vacaciones. Desde la particularidad de Tenko y sus avances, como la de Shinsou y el como funcionaba, igual que los dibujos de estos. Igual anotó los de Shirakumo y Renji, el de su Sensei particular.
Le platicaba cada detalle de sus vacaciones excepto las veces que salió golpeado.
Todo eso durante la sesión.

Dabi volvió por ellos, pero como esperaba, el pecoso no le dirigió ni una palabra.
Volviéndose a casa Izuku se ofreció a cocinar y antes de que el azabache igual se ofreciera, ya lo había echando de la cocina.

Resignado, solo pudo cenar y dejar sus intentos de hablar con él.

Ya encontraría la oportunidad.

Oportunidad que se presentó al día siguiente.

Dabi esperaba al menor en la puerta de la casa, pues su rutina debían de retomarla y ambos debían de dirigirse a hacer sus labores.

Bueno, Dabi solo fingiría ir, ya que había renunciado, tenia mucho tiempo libre y solo mataría el tiempo un rato.

Izuku sin poder evitar la compañía se despidió de su madre de beso y se fue con el. Pero no espero ni siquiera que se cerrará totalmente la puerta cuando salió corriendo lejos del pelinegro.

Seguía enojado, pero sabía que sus motivos eran ridículos. Su madre le quería decir de frente lo de su enfermedad, por eso Dabi no le dijo nada en todas las llamadas que se hacían. Y luego está lo de su “novia” ¿el por qué debía de enojarse en primer lugar? Dabi podía tener la novia que él quisiera, pues feo ante sus ojos no es. Y el ojiazul no tenía el por qué contarle de su intimidad.
Era ridículo que estuviera enojado, pero lo estaba.

Dabi lo siguió rápido pues tenía que hablar con él.
—¡Espérame mocoso! — le grito mientras lo jalaba de su mochila para levantarlo un poco del suelo.

Pataleo y agitó sus brazos, se balanceo para intentar liberarse del agarre pero fue inútil, sabía que ya no podía posponer más la platica y debía de dejar su enojo.