Antes que Morinaga pudiera dar un segundo paso Souichi lo había tomado del brazo para impedirle marchar.
—Quédate.
—Senpai, esto es lo mejor para los dos.
—¡No es cierto! Yo... Yo no quería esto, no quería que la conversación llegara a esto.
El más alto se soltó del agarre con un movimiento, quizás, un poco brusco para, sin volverse, agregar —Esto nos lástima a los dos, senpai. No te seguiré atando a mis sentimientos y tampoco me quedaré atado a tus confusos sentimientos. Me duele demasiado... ya no puedo —su voz sonó rota al final. Estaba llorando.
—¿Confusos sentimientos? ¿Eso es lo que tú crees? —los latidos de su corazón eran dolorosos —¿Sabes qué? Vete a la mierda —lloraba con rabia —No eres quién para hablar de sentimientos que ni yo comprendo del todo. ¡¿Querías que lo dijera claramente?! ¡Pues te quiero, idiota! Te he querido por mucho tiempo y te lo he demostrado de muchísimas formas. Pero jamás es suficiente para ti.
Morinaga se giró lentamente y miró al rubio —Lo siento, senpai. Pero soy una persona insegura y necesito que las cosas sean dichas.
—¿Y ahora que lo dije tus inseguridades desaparecieron? Claro que no, siguen allí susurrándote que todavía no puedes estar seguro.
El más joven tenía la mirada baja —Tienes razón, pero ¿tan difícil es decirlo de vez en cuando, en vez de negarlo con tanta fuerza para destruir lo poco de seguridad que siento? Es mejor dejar esto, senpai.
Souichi abrió los ojos grandes para, inmediatamente, apretar sus manos en puños fuertemente cerrados —Tengo miedo de estos sentimientos —declaró —A pesar de todo lo lógico que grita mi cabeza y de lo estúpido e inseguro que sueles ser... No quiero que te vayas. No me quiero rendir, menos ahora que comprendo mejor lo que siento.
Citrino y cromodiópsido se encontraron.
—Pero si te vas toma todos estos sentimientos y llévatelos. Borra los recuerdos, arráncalos de mi cabeza y quémalos. Llévatelo todo si es que el amor que cada día me has profesado a muerto.
—¿Amor muerto? Mi amor no ha muerto y no creo que lo haga, senpai.
—Entonces quédate, quédate conmigo. Sé que me tarde mucho en aceptarlo, pero ahora sé que te amo y por eso te quiero en cada día de mi vida. Así que no te marches, Mori. Por favor.
Con cada palabra la luz en los ojos del pelinegro se hacía cada vez más brillante, mientras su corazón se colmaba de felicidad.
El viento de la noche se levantó e hizo murmurar las copas de los árboles, creando así un concierto de hojas y sombras. Lentamente dispersó las nubes de tonos anaranjados, casi se podría decir rosados a causa de las luces de la ciudad, que de a poco se estaban juntando en el amplio cielo.
Morinaga tomó a Souichi del brazo y lo atrajo a sí mismo, eliminando toda distancia con un fuerte abrazo - Me quedaré, senpai. Me quedaré.
Entonces la luna emergió nuevamente en mitad de la noche, mas no pudo ingresar a ese departamento. Las cortinas estaban cerradas, pero la luz blanca de la lámpara de techo se encargaba de iluminar la escena de las dos personas abrazadas.
ESTÁS LEYENDO
Historias KSB
FanfictionQuerido lector, aquí encontraras varias historias de KSB las cuales, en su mayoría, no son correlativas. (Las que sí lo son se encuentran aclaradas) Los personajes son propiedad de Hinako Takanaga. Muchísimas gracias por brindarme tu tiempo, disfrut...