Parte 1: Fuerte negativa

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—¡¡Maldita sea!! ¡¡Que Morinaga y yo no somos nada!! —gritó el rubio muy cabreado.

—¡Nii-san, deja de negarlo! ¡Es más que obvio! —agregó la pequeña Kanako.

Todo se estaba descontrolado rápidamente.

¡¿Cómo pudiste siempre tratar mal a Kurokagua si tú estás con Morinaga?! ¡Oh! ¡¡Gran señor odio a los homo-baka!! —gritó un encolerizado Tomoe. Su esposo y el más viejo de los Souichi no podían salir del estupor.

Los gritos se extendían por toda la sala haciéndose cada vez más altos, ¿cómo demonios habían llegado a esto?

No somos nada —dijo el pelinegro levantándose del suelo. Esa frase había hecho que todos los presentes se le quedaran viendo.

Le dolía la mejilla, pero no tanto como el corazón tras decir esas tres malditas palabras. Sonrió amablemente —Así que no lo malinterpreten. Solo somos viejos amigos, no hay otra cosa. Lo que vieron recién fue un accidente.

—Sí claro, accidentalmente tropezaste con la boca de mi hermano ¿o qué? —agregó el de lentes. Kurokagua le frenó, él conocía la situación del lado de Morinaga y no quería que su marido le siguiera haciendo daño. Ya bastante difícil la debía tener al estar enamorado del tirano.

¿Entonces dices que todo es... una mala interpretación? —preguntó el más viejo. Esto era doloroso, había que ser ciego para no ver lo que acontecía entre esos dos. Pero jamás había dicho una sola palabra, pensó que necesitaban tiempo para decirles a todos.

—Así es señor —agregó el pelinegro.

Kanako quiso decir algo para que se detuviera, pero enmudeció cuando aquel joven se inclinó a 90 grados —Lamento que mis acciones arruinaran tan hermosa reunión familiar.

—Morinaga, no... hijo —dijo la señora Matsuda.

Souichi estaba callado, cuando pudo volver a ver los ojos de Morinaga se encontró con un muro. Pero le conocía lo suficiente para saber que en realidad eso era un dique, diseñado para contener todas las emociones.

—Yo me retiro en este momento, todavía me queda trabajo por terminar —se inclinó apenas a modo de saludo. Sabía que hacer eso no estaba bien, abandonar el lugar así sin más estaba mal. Pero no creía poder seguir soportando todo ese dolor.

Isogai, que hasta el momento se había mantenido como un simple espectador sin poder intervenir en absoluto, reaccionó tomando su saco —Espera Morinaga, te acompañó, yo también me voy. Todavía tengo quehaceres. Adiós —y tomando al pelinegro del brazo salieron de allí.

Souichi soltó un inaudible: mierda. Todo había sucedido tan rápido, el golpearlo y negar absolutamente todo era un maldito acto reflejo. Ahora se arrepentía.

Sus pies lo quisieron llevar tras el chico herido, pero Tomoe ya no se mordió la lengua —Yo no me trago esa...

Basta —la voz del viejo sonaba enojada y a la vez cansada. Frotó sus ojos para luego articular —Souichi, ven conmigo. Vamos a hablar.

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¡Buenas tardes! ¿Cómo están?
¡¡Espero pasarán una muy feliz navidad junto a sus seres queridos!!

Tenía un especial para las fiestas pero primero necesitaba terminar otros escritos, así que llegará un tanto tarde. XD

Esta va a ser una historia de, más o menos, 4 o 5 partes (las cuales tendrán un nombre diferente, pero es debido a que no se me ocurre un título general). Espero sea de su agrado.

Gracias por brillar tan magníficamente.

Con cariño, Maca.

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