Capitulo 35

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Llamé a mi madre unas diez veces a lo largo del viaje, y si bien a los chicos les pareció excesivo, yo sabía que ella se alegraría. Además, pensé que cuando volviera del trabajo y se sentara a escuchar los mensajes de voz, agradecería que la hubiera telefoneado tantas veces.

Mensajes como:

Yo: ¡Hola, mamá! Soy yo otra vez. Estamos pasando por Corey, ¿dónde estamos? Bueno, vale,

Corey cree que estamos cerca de Ashland o de Medford o de alguna parte. No está muy seguro. Pero el conductor del autocar sabe exactamente dónde estamos, así que todo va bien. Gracias por dejarme venir. Ahora tengo que dejarte, porque Tim insiste en que probemos a hacer un dúo con un tema nuevo. A lo mejor oyes la guitarra de fondo. Es él. ¡Sí, ya lo sé, Tim! ¡Estoy hablando por teléfono!

Vale, tengo que irme. Te llamo en cuanto pueda. ¡Te quiero!

Clic.

Corey y yo habíamos llamado a Jane también. Nos dijo que se alegraba mucho de que nos estuviéramos divirtiendo tanto y que no se perdería la entrevista de Ellen por nada del mundo. También insistió en que hiciéramos deberes en el autocar o nunca nos pondríamos al día. Y era justo

lo que necesitábamos oír para sacar los libros que nos habíamos llevado. Puede que Jane se pase de seria de vez en cuando, pero es la persona ideal para traerte de vuelta a la realidad. Aunque te suelte algún que otro: «Oh, Kenzie».

De modo que dejé listo un montón de trabajo, lo cual tiene su mérito cuando eres una adolescente de viaje en autocar con unos chicos guapísimos que tocan en un grupo de rock. Para que luego hablen de problemas de concentración. Estuve estudiando un buen rato y luego me tocó soportar a Dylan.

Llamaba solo para averiguar si «Sí, estaba bien» y «No, no voy a pedirles a Chris, Tim y Dominic una copia firmada de su último CD». Hermanos pequeños. Aunque se preocupen por tu bienestar, son una lata. Pese a las llamadas y los deberes, pasé la mayor parte del viaje charlando tranquilamente, por lo que tuve tiempo de sobra para conocer a fondo a los chicos.
Apuesto a que queréis saberlo todo.
Mala suerte.

Tendréis que mirar VH1 Behind the Music, como todo el mundo. Os adelantaré que improvisamos un poco durante el viaje por la interestatal 5 y que sonó fenomenal. Yo pensaba que quizás todo aquello del videoclip en YouTube donde aparecía yo cantando en el escenario con Tim había salido bien de chiripa. Suponía que cuando empezara a cantar con él me gritarían: «¡Para, para! ¡Estás desafinando! ¡Suena fatal!».
Sin embargo, Tim no dejaba de soltar frases del tipo:

—Vamos a probar una cosa. Adelántate dos tiempos y empieza a cantar antes que yo. Vale, suena bien. Ahora qué tal si...

Nos pasamos así más de tres horas. Hacia el final, el tema sonaba brutal. Era como si las voces formaran capas que iban cayendo la una sobre la otra hasta crear una textura alucinante. Como una especie de baklava: dulce y delicioso, capas y más capas delgadas y suaves Al final, mi voz estaba tan integrada en la canción que acabé por considerarla mía también. Seguiría sonando bien sin mí pero yo era el toque de miel que mantenía unidas las capas.
Como lo oís: el toque de miel.

Así que cuando la productora de Ellen volvió a llamar y me preguntó si cantaría con ReadySet, accedí al instante. La canción me necesitaba; y la frase es una cita literal de Timothy Goff. De hecho, Tim ya había reservado unas horas en el estudio de grabación tras la entrevista. Prefería no pensar en eso. Ya tenía bastante con la entrevista de Ellen. La vieja Mackenzie habría sufrido un ataque de ansiedad. Habría estado hiperventilando en una bolsa de papel marrón y suplicándole a Tim que llamara a quien hiciera falta para ¡que me saque de este lío! Pero cada vez que mi nivel de pánico se aproximaba a la zona de peligro me recordaba a mí misma que yo tenía el control. Era yo la que tomaba las decisiones. Notaba cómo se me aceleraba el pulso y eso me hacía sentir viva.

Un desafortunado Pero Maravilloso IncidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora