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Y más juegos

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Y más juegos. Y las luces
fosforescentes. Y ella que no dejaba de bailar. Jo.der ¿ Cuántos tragos se había tomado? Que importaba, Ashley estaba a su lado y no dejaría que nada malo le pasara. Y la música. Genial, estupenda, maravillosa. Buen ritmo. Y que buenos hombres ... sí, podrían mojar hasta a la más santa. Medio desnudos bailaban sobre los tubos de acero, sobre las tribunas circulares. Cada uno sobre la suya. Una fiesta de chicas con hombres deseables. Que pasada. Pero no, podía jurarse que
nadie era mejor que Cornelio en aquella despedida de solteras. Y un mesero pasó por su lado, cogió una copa más de Vodka, se la tomó entera. Y la música que sonaba cada vez más fuerte.

- Basta, deja de tomar como si no supieras que tan mal te pones

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- Basta, deja de tomar como si no supieras que tan mal te pones.- Pero en vez de eso, tomó una más. Y otra. ¿ Y Ashley ? ¿ Dónde co.ño se había metido? De pronto ya no estaba a su lado, en vez de ella había una mujer que le doblaba la edad bailando con un stripper.

-¿ Ashley ? – dijo aclarándose la vista. Se sobó los ojos. Mal momento para que las bebidas se le subieran a la cabeza. La buscó entre la gente. ¿ Podrían encender las luces por un momento? De pronto ya no reconocía a nadie. –mier.da, mier.da, mier.da ... no, Ashley...- no te puedes a ver perdido ...dijo para ella misma. Fue en ese momento, donde uno de los apetecibles hombres que se encontraban esa noche, jaló a Lú del brazo. Ella se volteó, agitada y confundida. Nisiquiera podía verlo bien. La pegó a su cuerpo.

-No tienes que pagar por esto, guapa,
lo haría gratis ...-le susurró, al pegar
sus labios a su oído. Alrededor, todas
las mujeres que habían asistido a la
despedida de solteras hicieron varios
ruidos molestos, animándola.

-Suéltame. – le pidió ella, empujándolo.

-¿ Por qué? ¿ no te gusta?

-Tengo novio. – se excusó, y logró
soltarse de él. Camino desesperada
entre todas las mujeres de la
fiesta, buscando a Ashley. ¿ Por qué
desaparecía justo ahora? Quería irse.
Irse cuanto antes. Por atrás, sintió unas manos que la volvían a coger del brazo.

-¿ Y eso es problema? – le volvió
a repetir el hombre de hace unos
minutos. – nadie tiene por que
enterarse ...

-Que me sueltes. – le dijo ella,
bruscamente.

S-E-D-U-C-E-M-E ³Donde viven las historias. Descúbrelo ahora