100 ways + kim tae hyung

uno

REGRESO.

Mi pregunta alarma a mis padres, ellos intentan sonreír a sabiendas de lo que significa la presencia de ella aquí. Ya no la considero tan importante en mi vida como para tenerla en un pedestal, porque cinco años no parecen ser mucho; pero pesan en mi mirada, la cuál ya está más madura, más consciente de todo. En mi boca, que se mantiene apretada y mi mentón afilado que se encarga de hacerme ver como un hombre hecho.

No lo entiendo. ¿Qué más quiere? ¿Qué quiere? ¿Qué hace acá? Y después veo a la pequeña que la acompaña, un golpe en mi estómago hubiera sido menos doloroso porque los ojos de esa niña me contemplan de forma adorable, mientras yo me impongo y defino que no me importa ninguna. Por una vez, intento mantener la charla de manera discreta y pacífica, moviéndonos a un costado del salón a sabiendas que Yu Ri está presente. 

Siquiera puede mirarme a los ojos.

—Sus padres se endeudaron —dice mi madre con suavidad, tomando la palabra porque la cobarde no se atreve—, ellos decidieron irse a Suiza, ¿sabes? La aceptamos junto a su hija para que vivan aquí. Ella paga alquiler.

Aprieto los puños, porque ahora me figuro en qué han estado usando mi habitación. ¿No es eso una falta de respeto para mí, como su hijo? Quiero decir, la habitación me importa poco lo que hagan pero, al menos para mantenerme consciente de que van a ocupar un lugar que yo usé desde mi infancia para una ex amiga. Mínimo para evitarme el mal gusto de verla viviendo con ellos como si fueran todos una familia feliz. 

Aunque no puedo poner quejas, yo tampoco avisé que regresaría.

—Nunca me hablaron de esto —comunico sin poder evitar verme enfadado—. Me lo hubieran al menos dicho para no llevarme esta sorpresa.

—Lo sentimos mucho —añade mi padre con los ojos caídos.

—De todos modos, yo me mudaré a Hongdae. —Lo digo porque ya no es algo que deba suponer tanto revuelo. Es decir, no me va a preocupar en lo absoluto tener que verla—, solo... no importa. Es bueno verlos otra vez. 

Menos a ella, que me intenta mirar de manera disimulada con una sonrisa algo forzada e incómoda.

Va a ser una cena muy extraña.