VincentMi padre había sido el Oso Blanco.
El gran general de la dinastía Sjöberg había muerto hace ya 7 años, cuando yo era apenas un niño.
Como mano derecha del Rey y general de sus ejércitos, había logrado conquistar amplias extensiones de territorio para la dinastía, había hecho crecer nuestro país, como nadie antes lo había logrado, y la verdad es que lo extrañaba cada día.
Toda mi familia había sido parte de la guardia real, por generaciones, y yo estaba destinado, desde mi nacimiento, a proteger a la realeza.
Es por eso, que apenas ambos fuimos capaces de dar nuestros primeros pasos, me habían unido a la Duquesa Sjöberg. La heredera al trono de la dinastía. La duquesa del silencio.
Los miembros de la familia real, poseían la capacidad de bloquear completamente los sentidos de cualquier persona, podían oscurecer tu vista, tu audición, y quedabas completamente vulnerable, sumido en la oscuridad. Todos podíamos ser víctima de sus poderes, excepto aquellos quienes pertenecieran a las familias reales de las otras dinastías, Eón y Huncharuk, que poseían sus propias habilidades.
Lamentablemente los padres de la Duquesa habían fallecido hace ya muchos años, por lo que su tío, quien no poseía aquellas habilidades, había asumido el trono mientras ella crecía y se preparaba.
Ella no tenía más hermanos ni más familia, así que era la única persona, en toda la dinastía, con la capacidad de utilizar esos poderes.
Le llamaban la duquesa del silencio, y todos, con justa razón, le temían.
Incluso yo, su Primera sombra, su guardia personal.
— Es una niña de lo más extraña — solía decir mi madre en la mesa.
— No es una niña, es Su alteza real, Duquesa de Sjöberg, madre — le corregía, cada vez. — Esta aprendiendo a usar sus habilidades, poca gente sabe como ayudarle además de sus padres.
— No la justifiques Vincent, ha demostrado ser una criatura cruel — proseguía mi madre con cara de preocupación. — Desearía que no te hubieran unido a ella, podrías ser parte de la guardia real, sin arriesgar así tu vida — siempre tomaba mi mano y sus ojos vagaban, probablemente al recuerdo de mi padre — No deberías sentir la presión de ser como tu padre, esta familia ya ha sacrificado suficiente por esa otra— y soltaba mi mano con rabia.
Era la misma rutina siempre, todos los días, todos los años, porque mi madre había perdido la razón, repetía siempre lo mismo, desde que mi padre murió en batalla, ella jamás volvió a ser la misma.
Tenía razón, Sigrid, la duquesa, se había convertido de una niña cruel, a una mujer con demasiado gusto por el poder.
Pero conmigo no lo era, no de la misma manera al menos.
Crecimos juntos, nos entrenamos juntos, espalda con espalda, habíamos aprendido el arte de la guerra en el mismo campo de batalla. Habíamos sangrado por nuestro reino, una y mil veces, yo era su Primera Sombra, adonde sea que ella fuera, yo debía estar ahí. Era mi deber defenderla y jamás le fallaría. Sin importar la persona que mostraba ser.
Estaba pensando en las palabras de mi madre, mientras volvía al palacio. Ella vivía en una pequeña casa, donde se me permitía ir a visitarla todos los días y estaba bajo el cuidado de curanderos, en honor a mi puesto en la dinastía, y por lo que mi padre había entregado a ella.
La casa se encontraba cerca del Gran Árbol, el palacio real, construido en la base de una montaña, frente a un lago.
Las habitaciones y salones reales se extendían en los largos pasillos, en formas de ramas, que sobresalían del tronco principal. Todo hecho de una piedra blanca que relucía en las noches de luna llena, como la de hoy, cuando me dirigía de vuelta a los aposentos de la Duquesa.
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Heredera de las sombras
FantasyLa Duquesa del silencio es la heredera al trono de la dinastía Sjöberg. La pequeña Sigrid ha crecido para convertirse en una mujer sedienta de sangre y venganza, y no habrá limites para ella, cuando la salvación de su pueblo, y quienes ama, esten en...