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Taeyang

Entré en la prisión con una bolsa en las manos, le había comprado un peluche a TaeHyung y se lo iba a dar. Fui a la última planta, donde estaban los presos peligrosos y mi amado gemelo.

—Anda, hola Iván.—lo saludé al verlo saliendo de la habitación de YoonGi.

—Hola, Taeyang.—me saludó de vuelta sonriendo y remangó el uniforme.

—¿Y TaeHyunggie?—pregunté extrañado.

—En la 3 planta con Liam.—me indicó.—John me ha encasquetado a estos y me parece que no les caigo bien.

—Es algo difícil caerles bien.—hablé riendo por la expresión de nerviosismo que tenía Iván.—Bueno, si quieres yo me ocupo de NamJoon, para que no te rompa un hueso.

—¿En serio?—me preguntó y yo asentí.—Muchas gracias, te debo una. Mientras iré a comer algo abajo.—Me dio las llaves de la habitación de NamJoon.

Hizo una reverencia y salió corriendo a bajar las escaleras.

TaeHyung

Nunca había hecho guardia con Liam, y la verdad era divertido. Los presos resultaron ser tranquilos y eso nos dejaba tiempo para hablar.

—Oye, la otra vez me dijiste que me ibas a decir quien te gusta.—saqué el tema.

—Ah sí.—sonaba nervioso.—Ehm... Me gusta Lia y-

—¿En serio? ¡Lia y tú hacéis una muy buena pareja!

—No me has dejado acabar.

—Oh perdón, continúa.

—Y me gustas tú.

Me quedé callado, mirándolo con los ojos muy abiertos y las mejillas muy rojas.

—Yo... Ehm...—tartamudeé pensando en qué decir.

—Yo sé que no te gusto, y no pasa nada.—me abrazó.—Pero quería decírtelo. Por cierto, también quiero decirte que te apoyo en tu relación con HoSeok.

—¿Eh?—pregunté haciéndome el tonto, mientras por dentro estaba aterrado de que, Liam sabiendo eso, pudiese chantajearme.

—Es obvio que vosotros dos tenéis algo, pero yo te guardo el secreto.—me dio dos palmaditas en el omoplato.—Hacéis una linda pareja.

—Muchas gracias, Liam.—sonreí y él también me sonrió.—Bueno, sigamos "cuidando" a los presos.—hablé y me levanté para ir a revisarlos.

JiMin

HoSeok me había contado que iban a hacer él y otros presos. No me parecía mala idea, pero temía porque alguna persona que me importase saliese herida.

—Es una locura...—me dije a mí mismo y suspiré.

Debo detenerlos, si no lo hago yo, no lo hará nadie.

Me acerqué a la pared que daba a la habitación de HoSeok y comencé a golpear para comunicarme con él.

—HoSeok, ¿estás ahí?

El niño follable (Vharem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora