Tras su exitoso paso por un concurso de televisión, Natalia Lacunza, de 21 años, se había convertido en una de las artistas más importantes y con mayor repercusión del país, logrando varios discos de oro y platino, varios número 1 y varios premios en su palmarés que la certificaban como una artista consagrada a pesar de su corta edad y que la habían hecho ganarse la admiración de sus compañeros y del público. Alba Reche, de 21 años, había llegado a Madrid un par de años atrás dispuesta a hacerse un hueco en el mundo de la música, habiendo logrado hacerse un nombre en los locales de música en directo de la capital y logrando que Universal le ofreciera un contrato y le permitiera grabar su primer disco.
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