Capítulo 28: Meter primera. Parte I

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Habían sido ya tres los días que habían pasado desde aquel beso que habían compartido en el rellano de la ilicitana. Tres días en los que, a pesar de haber estado en contacto casi permanente como prometieron antes de despedirse, ninguna de las dos había sacado el tema. Habían estado comentando las anécdotas de las firmas, los avances de Natalia en alguna que otra canción... De todo menos de aquel beso que, sin embargo, por mucho que lo hubieran pasado por alto, seguía estando muy presente en la cabeza de ambas. 

A Alba el ajetreo de las firmas, las entrevistas y los viajes de un lado para otro la estaban ayudando a mantener la mente ocupada durante el día, pero no había habido ni una sola noche en la que, al caer en la cama del hotel después del intenso día, su mente no viajara hasta aquel beso compartido con Natalia en su rellano, sintiendo como cada vez, sin falta, el pulso se le volvía a alterar y un suspiro escapaba de sus labios. Su cabeza era un hervidero con un montón de ideas batallando en su interior y un montón de sentimientos peleando por hacerse con el control. Por un lado aquel beso la había hecho sentir muy bien, tanto que le había permitido crearse ilusiones e imaginarse dando un paso más allá en su relación con la navarra. Pero por otro lado las dudas seguían estando ahí, sus miedos seguían haciendo sombra y le daba pavor dar algún paso en falso que pudiese acabar jugándoles una mala pasada. ¿Y si se equivocaba? ¿Y si se precipitaba? Por suerte para la ilicitana, al día siguiente tenía la firma de Valencia, donde su hermana Marina le había confirmado que estaría para arroparla, y esperaba poder hablar con ella y escuchar su consejo.

En el caso de Natalia, ella no tenía la misma suerte que la ilicitana. Su agenda estaba mucho más vacía que la de la cantante, por lo que durante aquellos días había tenido demasiadas horas libres para darle vueltas a la cabeza y rememorar aquel momento una y otra vez. Se había prometido a sí misma no hacerse ilusiones, no pensar en un futuro que no sabía si podría llegar a materializarse en algún momento y adaptarse al ritmo de Alba. Y casi lo había conseguido, hasta que la propia Alba le había pedido aquel beso, provocando que aquellas ilusiones que estaba reteniendo con todas sus fuerzas se escaparan de su control y empezaran a ver la superficie. Durante aquellos días había estado tentada a sacar el tema durante sus conversaciones, pero al final había terminado desechando la idea. Seguía firme en su propósito de adaptarse al ritmo que marcara Alba y a sus necesidades, por lo que si ella no sacaba el tema y hacía como si no hubiese ocurrido, ella haría también lo mismo. Al menos hasta que la ilicitana volviese a Madrid y pudiese comprobar de primera mano cómo estaba su relación, si seguía como siempre o si había cambiado en algo.

Al menos al día siguiente tendría con ella a su amiga Ici para ayudarla a distraerse un poco y para, por qué no, darle su opinión sobre todo aquel tema. La había llamado aquella tarde para avisarla de que estaría de paso en Madrid al día siguiente y, aunque poco tiempo, al menos podría disfrutar de un ratito con ella comiendo por la capital mientras se ponían al día. Ici era una de sus mejores amigas, casi su hermana desde que iban juntas al colegio. Se habían pasado toda la vida pegadas como si en lugar de amigas fuesen siamesas, hasta que Ici había decidido marcharse a estudiar a Londres y probar suerte en el mundo de la moda, su gran pasión. Desde entonces eran muy escasas las veces que podían verse, entre las ocupaciones de una y el horario tan loco de la otra, pero su amistad seguía siendo tan estrecha como siempre. 

Y mientras contaba las horas hasta poder ver a su amiga, por lo menos Natalia podía contar con la guitarra y el piano para desahogarse y contarles sus inquietudes. Aquella misma tarde se había enredado con su guitarra, contándole a ellas sus inquietudes y dejando que salieran en forma de canción.

Natalia: You have it all, you're in control. We still don't know what's going on, we could be falling or this could be just another stupid love song... -Cantó mientras acariciaba las cuerdas, sorprendiéndose gratamente con aquella letra que le había salido de la nada-. ¡Me gusta!

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