Capítulo 40. Improvisación

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Os dije que subiría capítulo extra durante el finde, pero no contaba con que me mandaran tantas cosas del curso que estoy haciendo, así que se ha tenido que retrasar. Pero bueno, aquí está. Espero que compense la espera. 

Tengo un examen esta semana y prácticas varias que entregar, pero promete seguir lo antes posible. Nos leemos!!

AVISO: Como dije en capítulos anteriores, no soy psicóloga ni tengo ningún tipo de conocimientos en el tema. Esto quiere decir que lo que se relata tanto en este como en otros capítulos de la historia es ficción pura y dura (por mucho que se inspire en un caso cercano real). No tengo conocimientos técnicos ni sé cómo funcionan este tipo de terapias en la realidad, por lo que tengo muy claro que habrá un montón de errores y disparates que haría a cualquier psicólogo echarse las manos a la cabeza. Pido perdón de antemano por ello.

Tras aquella conversación, Natalia no había podido evitar darle vueltas al tema, pensando en cómo podría borrar de manera definitiva aquella preocupación que se había instalado en la mente de Alba y que parecía resistirse a abandonarla. Era innegable que la ilicitana había avanzado mucho desde que habían comenzado aquella terapia con Sara y que cada vez se encontraba más cómoda y más segura en sus acercamientos, pero debía  quitarse de la cabeza esa idea de que estaba siendo muy injusta con ella, primero porque no era cierto y, segundo, porque mucho se temía que aquel pudiese ser un nuevo freno para su recuperación. Tenía la sensación de que a veces Alba estaba más centrada en cuidarla a ella que en su propia recuperación, y aquello no era ni justo ni necesario.

Aprovechó que Alba estaba en la ducha para marcar el teléfono de la psicóloga mientras fumaba un cigarro en la terraza. Necesitaba hablar con ella y pedirle consejo, que le dijera si había algo que podía hacer para ayudar a la ilicitana y quitar algo de peso de su espalda para que el camino fuese mucho más fácil. Por suerte la pilló con tiempo suficiente como para poder atenderla, por lo que no dudó en contarle el episodio que habían vivido la noche anterior. Como cualquier profesional, Sara tenía por norma no revelar ningún tipo de  información íntima de sus pacientes -ni tampoco Natalia quería conocer información que la ilicitana hubiese compartido con su psicóloga durante las sesiones-, sin embargo el hecho de que la navarra también formase parte de la terapia y actuara de manera activa en ella la convertía también en su paciente.

Sara: Las dudas son normales y no van a desaparecer de la noche a la mañana, Natalia -Explicaba la psicóloga tras escucharla-. Como ya hablamos anteriormente, el mayor problema al que se enfrenta Alba son las inseguridades que su pasado creó en ella, y la inseguridad es una barrera difícil de traspasar.

Natalia: ¿Y cómo se supone que puedo ayudarla? -Preguntó algo frustrada-.

Sara: Tal y como lo estás haciendo, Natalia. Hablando con ella, haciéndole entender que esos miedos solo están en su cabeza, escuchándola, haciéndola sentir comprendida, aportándole seguridad... Ya la estás ayudando mucho -Le dijo para animarla-. De hecho se lo comenté el otro día a Alba. Su evolución está siendo muy positiva y está respondiendo muy bien a la terapia, incluso mejor de lo que yo misma esperaba.

Natalia: Ya, pero es que... No sé, Sara. Tengo la sensación de que ahora mismo una de las cosas que más la frena a la hora de dejarse llevar en nuestros acercamientos soy yo. O sea, no yo directamente, sino su idea de que está siendo injusta conmigo y todo eso -Explicó la cantante-. Estos días ha estado evitándome con tal de que no se diera una situación entre nosotras que, según ella, me dejase mal.

Sara: Ya. Como te digo, esas dudas son normales y no van a desaparecer de la noche a la mañana -La psicóloga se quedó unos segundos en silencio, reflexionando sobre la situación mientras parecía leer algo-. Mira Natalia, como te explicó la propia Alba, en la última sesión la invité a intentar dar un paso más allá e intentar llevar vuestros acercamientos a un nivel más alto por así decirlo, pero esa iniciativa no tiene por qué salir siempre de ella.

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