A Warren le encanta el porno. Y un actor en particular. El amor de su vida. Su razón de vivir. Su destino. Desafortunadamente, Warren nunca conoció a este hombre. Al menos, hasta una fatídica noche en la que sus caminos finalmente se cruzan, como Warren siempre supo que lo harían. Desafortunadamente, era una noche muy oscura y Warren estaba algo borracho (sin mencionar su imaginación hiperactiva), lo que resultó en un caso de identidad equivocada. Desafortunadamente, la identidad pertenecía a la última persona con la que Warren jamas hubiera querido tener una relación romántica (o peor, sexual): su nuevo jefe. (Esta historia es una traducción)