Soy algo que, se supone, no debería existir. Una entidad que sólo es usada para asustar a los niños que se portan mal. Algo a lo que algunos temen. Un fantasma, literalmente. Nadie puede verme, nadie me puede escuchar, mi "vida" no afecta en lo más mínimo a todos los que habitan este mundo. O al menos así era, hasta que mis ojos se cruzaron con lo de él.