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Reaccioné lo más rápido que pude e intenté cerrar la puerta de golpe, pero la persona frente a mí adivinó mis intenciones y se me adelantó. Cuando caí en cuenta que había entrado a la casa, salí corriendo camino a las escaleras sin mirar atrás.

Estaba a punto de llegar al pasillo cuando una risa femenina me hizo detenerme en seco. Me giré y me quedé viendo la figura oscura desde arriba.

—Aunque corras, igual te atraparé —dijo la misma voz femenina.

Así que el acosador nocturno era realmente... ¿Una mujer? Eso definitivamente no me lo esperaba.

—¿Quién eres? —pregunté con un poco más de valentía.

Cuando creí que no me lo diría, ella sorprendentemente comenzó a quitarse el pasamontañas dejando a la vista cabello rubio.

—Hola, Everly —dijo finalmente mostrando su rostro.

Sentí que me podría resbalar por los escalones en cualquier momento.

Sabrina caminaba poco a poco para acercarse a mí. La mirada fría en su rostro me dejó aturdida. Esa no se parecía a la Sabrina que yo conocía. Tal vez porque la Sabrina que yo creí conocer no existió nunca.

—¿Sorprendida? —levantó una ceja y sonrió.

—¿Por qué estás haciendo esto? —di más pasos hacia atrás.

Ella seguía subiendo escalón por escalón, y por desgracia, la valentía que había reunido hacía segundos se estaba esfumando por completo.

—Suma dos más dos, Everly. Es fácil.

Volví a darle la espalda y me apresuré en perderla de vista, pero mi camino fue entorpecido cuando alguien más salió del pasillo, haciéndome detener de inmediato. Llevaba las mismas prendas que traía Sabrina excepto que éste tenía una máscara en el rostro en lugar del pasamontañas. Sabía que era un hombre, su cuerpo era suficiente evidencia para mí. Estaba claro que Sabrina había planeado toda esa locura con alguien más.

En ese punto estaba atrapada, no tenía salida alguna. Pensé en gritar y llamar a Dylan pero la distancia desde el estacionamiento no era tan corta, sería inútil incluso si lo intentara. Podría ocurrirme cualquier cosa en ese período de tiempo, no quería arriesgarme.

Medité la única alternativa que tenía en mente y la ejecuté rápidamente. Me abalancé sobre Sabrina y la empujé por las escaleras, haciendo que ella cayera y golpeara su cuerpo contra los escalones. Puse mis piernas en acción y corrí al piso se abajo, pero sabía que su cómplice venía detrás de mí

—¡Everly! —gritó furioso—. Estás comenzando a agotar mi paciencia.

Seguí buscando un lugar en donde esconderme. Entré a la cocina pero me dí cuenta de que era el peor lugar para eso. Caminé hacia la sala y me agaché al lado del sofá.

—Debí matarte desde el principio. Como a Shay. Las perras como tú no merecen vivir.

Mi boca se abrió inevitablemente cuando escuché que él pronunció el nombre de Shay. Sentí náuseas.

El acosador nocturno no era Sabrina, era él.

Nunca me había sentido tan vulnerable en mi vida. Y lo odiaba.

Sentía la impotencia recorrer todo mi cuerpo. El hecho de saber que no podía hacer nada para defenderme me estaba volviendo loca.

Por más que corrí, él logró atraparme. Lo cual no me sorprendió ya que su altura y fuerza no podían compararse con la mía. Por supuesto que le iba a resultar muy fácil encontrar a alguien como yo.

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