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Había ido a hacer la prueba del polígrafo el día anterior y me informaron que la había pasado con éxito, por suerte.

Gracias, Dios

Y también me habían descartado como sospechosa del asesinato de Shay gracias a una evidencia de ADN que los detectives habían pasado por alto en la escena del crimen. Ese ADN claramente no era el mío, pero aunque estuviese fuera del foco de atención, eso no me tranquilizaba mucho. Todo seguía estando inconcluso, nadie sabía nada, y, definitivamente, no estábamos más cerca de descubrir quién había sido.

—¿Me estás escuchando? —preguntó Dylan mientras masticaba un trozo de manzana.

—En realidad no —respondí.

Él chasqueó la lengua—: Te estaba diciendo que Anisa es mi novia, oficialmente. A sus padres les caí de maravilla, lo que era obvio.

—Te felicito.

—Oh, gracias por la increíble reacción eufórica —ironizó.

—Lo siento, hoy estoy algo distraída.

—Ya me dí cuenta —resopló—. ¿Cómo te fue a ti, por cierto? Nunca me contaste qué pasó con Asher en su salida.

—¿No lo hice? —arrugué la nariz.

—No.

—Bueno, nada pasó con Asher  —las imágenes de esa noche llegaron a mi mente rápidamente—. Aunque..., en realidad, sí sucedió algo. Algo que fue muy muy extraño y sorprendente.

—¿Qué? ¡¿Qué?!

—Asher me besó.

La mandíbula de Dylan cayó por completo.

—No...

—Sí.

—¡No! —exclamó sonriendo mientras se tapaba la boca con las manos.

—Sí.

—Eso no me lo esperaba. ¿O sabes qué? Creo que sí me lo esperaba, era bastante obvio.

—¿Cómo que bastante obvio? —arqueé las cejas.

—Sí, en realidad. Era evidente que ese chico siempre te comía con los ojos.

—Qué dices... —bufé.

—No te hagas la desentendida.

—Cómo sea —sacudí las manos—. Después de que me besó, le dije que yo sólo lo veía como un amigo e increíblemente se lo tomó bien. Y luego...

—¿Y luego qué? —me interrumpió.

—Si me dejaras terminar tal vez podría contartelo —me reí.

—Continúa, este chisme está picante.

Solo Dylan usaría el término "Picante".

—Luego apareció Reid en escena.

—¿En serio?

Asentí.

—Esto ya parece telenovela. Sigue.

—Bailamos y al salir del club Reid y yo nos fuimos a una cabaña suya cerca del lago, y...

—¿No me dirás que tú y Reid...?

—No —ni siquiera sabía porque me indignaba tanto su conclusión si efectivamente, habíamos estado cerca—. Casi.

—¿Casi? ¿Por qué "casi"?

—Me acobardé. Pero eso no es lo más interesante de todo.

—¿Ah, no?

—No —negué con la cabeza—. La cosa es que por fin le conté todo a Reid.

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