18

515 36 17
                                    

—¡¿Se besaron?! —Dylan parecía estar más feliz que yo cuando le conté sobre mi beso con Reid.

—Sí.

—Ay, Dios... —sonrió—. No perdieron el tiempo.

Chasqueé la lengua—: Debo admitir que sí fue un poco precipitado, pero te juro que estaba hipnotizada, Dylan. Como si me hubiera olvidado de todo en ese momento, en serio.

—Típico.

—Ya no me reproches, no me puedes arruinar este momento.

—Cuando los vi irse de la casa de Sabrina, supe que algo iba a pasar entre ustedes dos. Mi intuición no falló —dijo con dramatismo—. Ahora quiero saber algo. ¿Fue un buen beso?

Mi mente viajó hacia el momento justo en que Reid y yo nos besamos, y mis mejillas comenzaron a enrojecer en consecuencia.

—Sólo te diré que me quedé con ganas de repetir.

—Vaya, conque así de bueno fue.

—Sí.

—¿Sabes? Con todo esto, pienso que Jared al menos sirvió para algo.

Resoplé cuando oí su nombre. Reid nada tenía que ver con Jared.

—Ese imbécil no sirvió para nada.

—Bueno, era un imbécil, pero al menos te enseñó a besar.

—No me recuerdes tal cosa...

—Pero en serio. ¿Te imaginas que hubieras estado en esa situación sin saber besar? Vergüenza total.

—¿Recuerdas cuando nos dimos nuestro primer beso? —decidí desviar la conversación de Jared.

—Uy sí, cómo olvidarlo. Fue en tu cumpleaños número quince —Dylan soltó una risita—. Fue desastroso.

En esa época, yo era una completa novata en el asunto de los besos. Podía recordar perfectamente cuando una compañera de la escuela se había burlado de mí porque nunca había besado a nadie. Al principio, no le tomé importancia pero luego me detuve a pensar en ello y me dí cuenta de que sí era un poco triste que a mis catorce años no hubiera dado mi primer beso. Todos a esa edad ya lo habían hecho, ya fuese con sus noviecitos de infancia, jugando verdad o reto, o en cualquier otro juego infantil. Así que en mi quinceavo cumpleaños le dije a Dylan que quería que él me besara. Fue bastante gracioso presenciar su reacción, se quedó perplejo con mi petición, pero luego de asegurarle que no era por ningún motivo romántico oculto, aceptó.

—Te encantó besarme, debes admitirlo —le sonreí.

—Aquí la afortunada de besar a un monumento como yo fuiste tú, cielo.

—Sí, sí.

—Volviendo al tema de Reid. Después del manoseo intenso, los interrumpió Penelope, ¿no?

—Sí, y no sabes la vergüenza que pasé. Y no hubo ningún manoseo intenso, para que sepas.

—Por ahora —recalcó y levantó las cejas con coqueteo—. No imagino la cara de tu suegrita cuando los vio ahí, en plena acción.

—Y gracias a Dios que iba sola. No sé lo que habría hecho si toda su familia nos hubiera visto. Aunque a Reid pareció no importarle mucho.

—Pues obvio, su madre ya lo habrá pillado muchas veces.

Aunque supiera que Dylan tenía toda la razón, no dejaba de ser incómodo pensar en Reid con otras mujeres. De todas formas, era algo ridículo ponerme celosa por algo así. No venía a cuento.

¿QUÉ ESCONDES? ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora