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—¿Estás loca? No te puedes poner eso. Es horrible —Dylan miraba mi atuendo con desaprobación.

—Pero si está bonito —objeté.

—Bonito para ir al mercado, pero no para una fiesta, cariño. Voy a buscar otra cosa mejor.

Y así fue como Dylan terminó husmeando en mi closet y desordenando lo que yo había arreglado con tanto esfuerzo hacía pocas horas.

—Mira, ¿qué te parece esto? —dijo él, tendiéndome una falda color rosa, y una polera blanca.

Arrugué la nariz. Ese atuendo era horrible, ni siquiera sabía por qué lo conservaba.

—No, a mí no me gusta —dije, negando con la cabeza.

Dylan chasqueó la lengua—: ¿Entonces qué?

—Tengo un vestido por ahí que me parece bastante lindo, pero no estaba segura de usarlo porque es...

—Muéstrame ese vestido —me interrumpió descaradamente.

Caminé hacia el closet nuevamente, busqué en las gavetas que estaban en la zona de abajo y allí lo encontré, doblado y aún con la etiqueta de compra. Lo saqué de ahí y lo sostuve a lo alto con uno de mis brazos para mostrárselo a Dylan.

—¿Y? ¿Te gusta? —pregunté.

—Es bonito, es bonito. Pero es algo largo, ¿no?

—Pues sí, pero... —miré mi vestido nuevamente y al hacerlo me dí cuenta de que de verdad quería usarlo—. A mí me encanta. Lo que te iba a decir hace un segundo era justo eso, lo del largo pero ¿sabes qué? No me interesa. A mí me gusta y eso es lo que importa.

—Igual te verás hermosa con él, Everly. Me encanta esa actitud.

El vestido era todo negro, de largo un poco más abajo de la rodilla, tenía una pequeña abertura en una pierna, y era de mangas cortas. Lo combinaría con unas botas negras que me había regalado mi mamá en mi décimo octavo cumpleaños. Eran hermosas.

Comencé a vestirme, y cuando hube terminado, me miré en el espejo, y debía admitir, que me encantó el resultado final.

—Te queda espectacular —dijo Dylan.

—Gracias.

Peiné un poco el flequillo sobre mi frente y dejé mi cabello suelto.

—¿Qué crees que le habrá dicho Shay a los padres de Sabrina para convencerlos de dejarla ir a esa fiesta? —preguntó Dylan.

—No lo sé. Tal vez que necesitaba ayuda con algo o yo qué sé. Lo bueno es que sí lo logró.

Terminé de aplicarme la máscara de pestañas y finalmente estuve lista.

—Uhhh, qué sexy te ves —Dylan sonrió.

—Y tú igual.

Dylan era un bombonazo. Tenía el cabello negro, el color de sus ojos era de un azul muy claro y traslúcido. Su cuerpo era de infarto porque siempre se había mantenido en forma. Y para ser la guinda del pastel, nunca se vestía mal.

Viéndolo ahora vestido con su jersey negro, vaqueros rectos, y su inconfundible aroma, me daba cuenta de que él realmente era muy hermoso.

—Siento tu mirada desde aquí, Everly.

Me reí—: Lo siento, no lo siento.

—Si así es como miras a Reid cuando estás en su presencia... me preocupa mucho tu salud mental.

—No menciones a ése, por favor.

—¿Por qué te pones a la defensiva cuando lo menciono?

—Cierra la boca y vámonos ya. Casi son las diez.

Y dicho eso, salimos de casa directo a la fiesta de Shay.

Cuando Dylan estacionó el auto en la entrada de la casa de Shay, fue imposible no escuchar la música que salía de ese lugar. Había un montón de autos estacionados junto al nuestro.

No entendía cómo alguien podía tener tantos amigos y conocer a tanta gente. Estaba segura de que sí yo anunciara que haría una fiesta en casa, sólo estaríamos Dylan, Sabrina, Shay y yo.

Sí, muy triste. Lo sé.

Dylan y yo bajamos del auto y nos encaminamos hacia la puerta. Al abrirse ésta, encontramos frente a nosotros a una chica rubia con una sonrisa radiante.

—Hola, ¿son amigos de Shay? —preguntó ella.

—Sí, ella es Everly y yo Dylan.

—Yo soy Anisa, pasen.

Anisa nos abrió paso en la casa, y apenas entré, el ruido me caló profundo en el tímpano. Había muchísima gente y casi ni se podía caminar con suficiente espacio.

Dylan movía su cabeza al ritmo de la música mientras que yo buscaba a Sabrina con la mirada, hasta que finalmente la encontré sentada en el sofá charlando con algunos chicos.

—Ahí está Sabrina —le dije a Dylan.

—Ve con ella mientras yo busco algo rápido para beber. Nos vemos allí.

—No te tardes.

—No lo haré, anda.

Caminé hasta donde se encontraba el grupito de chicos, incluida Sabrina, y me senté en un espacio libre que había en el sofá. Dos personas se encontraban entre Sabrina y yo.

—Hola, Sabrina—me incliné y le sonreí.

—Hola, Everly. ¿Qué tal?

—Todo bien. Oye, me alegra que tus padres te hayan dejado venir.

—A mí también.

Dejándome muy sorprendida, un chico apareció de la nada y abrazó a Sabrina por detrás. Ella volteó, sonrió y lo besó en los labios.

Cuando la escena romántica terminó, el chico dio la vuelta y llegó a sentarse en la mesita del centro, situada justo enfrente del sofá.

—Él es Asher, mi novio —comentó Sabrina, sonriendo— Asher, ella es Everly, una amiga.

—Hola, es un placer —Asher me tendió su mano.

—Igualmente —yo correspondí a su saludo y le sonreí—. Se ven bien juntos.

—Gracias —dijeron ambos al unísono.

Dylan hizo presencia segundos después, trayendo consigo dos vasos plásticos. Se acercó a nosotros, saludó a Sabrina y a Asher.

Me causó mucha gracia ver la expresión en el rostro de Dylan al notar que de verdad Sabrina tenía novio.

—¿Qué es esto? —le pregunté a Dylan, refiriéndome a la bebida.

—Soda.

—¿Sólo soda?

—Sí, relájate.

—Solamente quiero saber qué cosa estoy metiendo en mi sistema. Eso no es malo.

—Ya.

Mi discusión con Dylan quedó en segundo plano porque toda mi atención fue eclipsada por la llegada de Reid Strasser.

Allí estaba él.

Con su sonrisa ridícula y arrogante.

Luciendo maravilloso, como siempre.

Llamando la atención de prácticamente toda la gente en la habitación.

E iba acompañado... De Shay.

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