12

541 40 22
                                    

—Lo que hiciste fue una vergüenza —dijo April.

—¿Lo que hice? —yo me mostré confundida.

—Sí. Todos pensábamos que eras una buena chica, decente, con valores... —la señora Jensen me miró con desdén mientras pronunció esas palabras—. No quiero que te acerques a mi familia, y ni sé te ocurra mirar a mi esposo.

—¿Qué?

Eres una zorra, Everly. Me das asco —April siguió insultándome mientras su madre asentía con la cabeza.

—¡No voy a permitir que me humillen de esta manera! Les agradezco que se larguen de mi casa ahora.

—Tiene razón. Vámonos, April. No quiero volver a pisar esta casa nunca más.

—Nos vemos, Everly —dijo April antes de marcharse junto a su madre.

Después de recordar aquel incidente del pasado, regresé al presente con un fuerte dolor de cabeza. Repasar esos acontecimientos siempre me dejaba mal.

Gracias a Dios, después de que pasaron algunos meses la gente comenzó a olvidarse de lo que había sucedido y entonces ni siquiera me dirigían la mirada. No tardaron en encontrar otro chisme del cual hablar.

Los únicos que me apoyaron en aquella época fueron Dylan y su familia, y por supuesto, mis padres.

Mi padre. Él no dudó de mí ni por un segundo. A veces me odiaba a mí misma, me odiaba por haber sido la responsable de que todo hubiese terminado así.

Lo extrañaba demasiado.

Mi teléfono sonó, interrumpiendo mi ensimismamiento. Lo revisé y me di cuenta de que había un mensaje de Dylan en la barra de notificaciones.

Dylan: hay una fogata esta noche en el lago, ¿vamos?

Everly: no me siento muy bien.

Recibí una respuesta inmediata.

Dylan: por faaa. Será divertido, y Lars estará allí.

Everly: muy pendiente de Lars, ¿eh?

Dylan: ni siquiera tengo oportunidad, es hetero y no de los dudosos :( pero igual puedo disfrutar viéndolo. En fin, ¿vamos a ir sí o no?

Everly: si hay comida...

Dylan: habrá MUCHA comida.

Everly: bueno, me convenciste. ¿A qué hora vienes por mí?

Dylan: dentro de dos horas. Apúrate.

Everly: estaré lista desde ya.

Dejé en teléfono a un lado y me apresuré en buscar un atuendo para la ocasión

No estaba de humor para desordenar mi closet así que sólo escogí una sudadera blanca, vaqueros y las converse negras que nunca fallaban. Estaban un poquito desgastadas pero ni eso les hacía perder su encanto.

Me coloqué la máscara de pestañas, un poco de pintura de labios y finalmente me rocié bastante con mi perfume. A mi madre solía molestarle que me colocara tanto perfume pero a mí siempre me parecía insuficiente.

Me senté en la cama nuevamente y comencé a reproducir música mientras esperaba que Dylan llegara por mí.

—Ni se te ocurra decirme que este atuendo está feo —le advertí a Dylan mientras me subía en su auto.

—De hecho, te iba a decir que te queda muy bien —él comenzó a conducir.

¿QUÉ ESCONDES? ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora