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-Quiero irme de aquí -susurré.

No sabía de dónde había salido eso, pero era cierto. Estaba siendo yo, siendo espontánea y dejándome llevar. Me encantaba esa nueva sensación.

No se lo tuve que repetir dos veces. Reid me tomó de la mano y me guió hasta la salida.

-Eh, ¿ya se van? -nos preguntó Teresa cuando pasamos junto a su mesa.

-Sí -respondió Reid mientras yo asentía con la cabeza.

-Conduce con cuidado -avisó ella.

Después de que Reid intercambiara esas palabras con Teresa, le lancé una última mirada a Asher y éste sólo me sonrió como despedida.

Salimos del club y nos subimos al auto de Reid. Me coloqué el cinturón de seguridad y me recosté en el asiento, donde me quedé embobada mirándolo. Era increíble que siempre se viera espectacular.

Su camisa negra de vestir le sentaba de maravilla, y su cabello oscuro estaba levemente despeinado, lo que lo hacía ver aún más atractivo de lo que ya era, si era eso posible.

-Si sigues mirándome así, no te aseguro que pasemos siquiera un kilómetro -dijo despegando la vista de la vía por un momento.

Yo sólo me reí, y, repentinamente, recordé lo que había sucedido con Asher. Reid me había visto besándolo ¡Dios, qué vergüenza!

-Reid -lo llamé.

-¿Sí?

-Lo que pasó con Asher... -suspiré fuerte-. Él es sólo mi amigo, todo fue un mal entendido.

-Lo sé -me observó por un par de segundos-. Entonces, ¿a dónde quieres ir? -preguntó.

-No lo sé, pero a casa no.

-¿No?

Negué con la cabeza.

-Creo que ya sé a dónde ir -dijo.

-Dime.

-Te sorprenderé.

La emoción tiró de mí-: No me gustan las sorpresas.

-Esta te gustará.

Sonreí.

Ir sola con Reid a un lugar alejado era un paso grande. Ya había estado a solas con él, pero esa vez no podía compararse a lo que sucedía ahora, ni se le acercaba.

Mi corazón comenzó a latir deprisa y mis manos se volvieron sudorosas rápidamente.

Cálmate, Everly. Cálmate.

Jamás había estado a solas con un hombre exceptuando a Jared. Pero lo que sentía por Reid era totalmente diferente a lo que sentía por Jared. Reid me gustaba de verdad

Compórtate como una mujer adulta.

Llegamos a un lugar rocoso y solitario. Lo reconocía. Había una cabaña rústica y muy hermosa frente a nosotros.

Nos bajamos del auto y nos apresuramos a entrar en la cabaña. Por dentro, era aún más linda y acogedora. Todo el suelo estaba alfombrado, en el centro había un gran sofá azul y en frente de éste, una mesa que sostenía un televisor.

-Bienvenida -dijo.

-Es hermosa -dije con total honestidad-. ¿Es tuya?

-De mi familia -explicó-. Cuando mi tío murió, se la dejó a mi madre.

-Uau -dije, admirando todo-. Es increíble.

-Dennis tenía buen gusto -mencionó, supuse que refiriéndose a su tío.

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