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Llegué al sitio en el que Shay me citó y de inmediato pude notar a un grupo pequeño de personas, entre las cuales reconocí a Asher, Sabrina, y Lars. Me saludaron desde la distancia mientras que yo les devolví el gesto con una sonrisa.

Inspeccioné la zona detenidamente hasta que finalmente encontré a Shay a varios pies de distancia.

Ella abrazaba a otra chica cuando decidí acercarme a ellas.

—Hola, Shay —dije desde su espalda.

Shay soltó a la chica, se giró y me sonrió—: ¿Cómo estás, Everly?

—Estoy bien, ¿y tú?

—Excelente.

—Bueno, ya nosotros nos vamos —anunció la desconocida.

—Te llamo luego para contarte —le dijo Shay.

—Seguro. Adiós —la chica se despidió de mí agitando una de sus manos y se alejó.

Desde mi punto, me di cuenta de que todos se estaban subiendo en sus autos para marcharse.

—¿Se van todos? —pregunté.

—Ah, sí. Es que necesito el lugar solo —sonrió maliciosamente—. Estoy a punto de avisarle a Reid para que nos veamos aquí. Ya sabes, necesitamos privacidad —me guiñó un ojo.

Demonios. Eso había sido muy incómodo.

Tragué en seco y me obligué a hablar—: Ya que nombraste a Reid, quiero hablarte de un asunto que lo involucra.

Estando completamente solas ahora, no me parecía el escenario más alentador, pero tenía que decirlo sin importar lo desagradable que fuese.

—¿Qué pasa con Reid? —alzó una ceja.

—Vine aquí porque no podía decirte esto por el teléfono... No es fácil de decir.

Shay me miró, escéptica.

—Simplemente dilo —se cruzó de brazos.

—¿Recuerdas la noche que estuvimos todos aquí?

—Sí, lo recuerdo.

—La mañana siguiente, Reid y yo hablamos y...

—¿Y qué? Ya termina de hablar, Everly.

Respiré hondo antes de seguir. Necesitaba un aliento de fuerza para lo que iba a decir.

—Él y yo casi nos besamos.

Shay dio un paso atrás. Su expresión relajada desapareció por completo.

—¿Qué?

Bajé la mirada a mis pies—: Pensé que tenías que saberlo.

—¿Reid te gusta?

—No —me apresuré a decir.

Pero estaba mintiendo. Sí me gustaba, y mucho.

Recuerda, Everly. Sé honesta, sé honesta.

—De acuerdo, sí me gusta —rectifiqué de golpe.

—¿Por qué no me lo habías dicho? Te pregunté si estabas interesada y dijiste que no. ¿Por qué mentir?

—Yo nunca quise... Lo siento.

—Sabes que él me gusta de verdad...

—Shay, vine aquí para decirte la verdad. No pretendo interponerme entre él y tú, si eso es lo que piensas. No lo haré.

—¿Qué significa eso?

—Que si de verdad te gusta, yo me haré a un lado.

Por más difícil que me resultase alejarme, si ella me lo pedía, yo lo haría. Era lo correcto, aunque por dentro me sintiera terrible.

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