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—A ver, recapitulemos. ¿Qué es lo último que recuerdas de anoche? —preguntó Dylan mientras se recostaba en mi cama.

—De acuerdo. Ambos llegamos a la fiesta, vimos a Sabrina con su novio, luego tú desapareciste. Después vino Shay a saludarme junto a Reid y...

—Un segundo... —me interrumpió—, ¿Reid estuvo allí anoche?

—Sí pero ¿eso qué? En fin, Shay y yo hablamos durante un momento y luego yo fui a buscarte después de ver que mi teléfono estaba apagado, pero algo me falta...

Y justo después ¡Bam! Lo recordé de golpe.

—¡Lars! ¡Fue Lars! —exclamé.

—¿Quién? —Dylan frunció el ceño.

—Fue un chico que conocí anoche en la fiesta. Él me ofreció de su bebida y yo acepté. Después de eso todo se volvió borroso.

—¡¿Cómo que aceptaste?! ¿Acaso estás loca? No puedes aceptar bebidas de desconocidos, idiota.

—Lars se veía buen chico, además yo al principio me negué y él no me insistió así que no vi el problema. Jamás pensé que tuviera algo la bebida.

—¿Cuánto te tomaste?

—Era menos de la mitad de un vaso.

—Así que fue poco...

—Sí.

—Lo que es seguro es que esa bebida tenía algo porque no es normal que te haya dejado así de inconsciente. Tal vez era un tipo de droga o algo así.

Pensar en ese posibilidad me dio escalofríos.

—Sí, ya lo sé.

—¿Y qué pasó después de que conocieras a Lars?

—Recuerdo que estuve caminando por ahí como idiota buscándote. Luego me encontré a Reid y él me llevó a su casa.

Dylan abrió mucho la boca—: ¿Reid te llevó a su casa?

—Sí.

—¿Por qué?

—Para ayudarme, es obvio. Estaba muy mareada y no podía ni dar un paso sin tambalearme.

—Así que para ayudarte... —lo dijo con una estúpida sonrisa.

—Quita esa cara.

—¿Cual cara? Ay, ya. Acepta que te gusta.

—Que no ¿Cuantas veces voy a tener que repetirlo?

Dylan seguía riéndose pero se detuvo bruscamente. Me pregunté por qué el cambio brusco de ánimos.

—Everly... —comenzó a decir.

—¿Qué? —lo miré sin entender a dónde quería llegar.

—¿Y si todo esto lo hizo Reid?

—¿Qué?

—Tiene sentido si lo piensas.

—No, no lo tiene.

—Claro que sí. Ya sabes, es que es muy sospechoso. Te drogan y él está ahí para ayudarte, y luego descubres que alguien envió un mensaje de tu celular sin que tú te dieras cuenta. ¿Es que no lo ves?

—Pero no puede ser. El mensaje te llegó a las once, ¿no? En ese momento ni siquiera tenía a Reid cerca.

—¿Tenías tu teléfono encima a esa hora?

—Sí... ¿O no? —me rasqué la cabeza—. No lo recuerdo. Sé que cuando revisé mi teléfono ya eran más de las doce, lo que quiere decir que el mensaje debió de enviarse antes de eso.

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