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—Me encanta como te quedan los huevos revueltos —mencionó Dylan, apoyando el codo de su brazo derecho en la isla de la cocina.

—Sí, claro —ironizé—. Sé que lo dices para que yo cocine siempre.

—Por una parte tienes razón, pero por otra parte, de verdad cocinas excelente.

No hice más que negar con la cabeza y sonreír. Seguí removiendo los huevos en el sartén, y seguido mi madre apareció en la cocina. El semblante preocupado en su rostro no pasó desapercibido.

—Everly, alguien te busca —anunció ella.

—¿Quién? —pregunté, apagando la estufa.

—La policía.

—¿La policía? —repitió Dylan con un tono agudo en la voz.

—¿P-Por qué? ¿Qué querría la policía de mí? —cuestioné.

—No tengo idea —respondió mi madre—. Solicitaron hablar contigo urgentemente.

¿Pero qué podría ser tan urgente?

Salí de la cocina sin más preámbulo y con los nervios desbordándome. Al llegar a la sala, lo primero que divisé fue a dos policías de pie junto al sofá. También los acompañaba el sheriff Dawson, quien había investigado todo el asunto del suicidio de papá. Lo conocía prácticamente de toda la vida.

Me acerqué a ellos con cautela y me aclaré la garganta.

—Hola —murmuré.

—Buenos días, señorita Baker —comenzó el sheriff—. Se preguntará qué hacemos aquí.

En ese momento mi madre y Dylan aparecieron y se acomodaron a mi lado.

—Sí, la verdad es que estoy un poco confundida —admití.

—Seré directo con usted —continuó el sheriff—, tiene que acompañarnos a la estación para dar su declaración.

—¿Declaración de qué? —quiso saber mi madre.

—Señorita Baker, usted es sospechosa por el asesinato de la joven Shayla Brooks —sentenció el sheriff mirándome fijamente a los ojos.

Tuve que pestañear varias veces para poder procesar lo que me había dicho. Esto tenía que ser una broma, definitivamente una muy mala broma.

—¿S-Sospechosa? ¿Yo?

—Como ya le mencioné, necesitamos que nos acompañe.

—¡Esto es una locura! —exclamó mi madre—. Mi hija sería incapaz de hacer tal atrocidad, ¡Usted lo sabe! —mi madre dirigió su mirada asesina al sheriff.

—Señora Campbell, sólo hacemos nuestro trabajo. Si Everly es inocente lo probará, eso se lo aseguro.

—¡Pero es ridículo! Claro que es inocente —intervino Dylan.

—Tranquilos —intenté calmar a Dylan y a mi madre y luego miré al sheriff—. Iré con ustedes sólo para demostrarles que, en efecto, yo no tengo nada que ver en esto.

—¿Podemos acompañarla? —le preguntó mi madre a uno de los oficiales.

—Por supuesto —éste le respondió amablemente.

—Ni siquiera nos dejaron dasayunar —mencionó Dylan por lo bajo.

—Ya compraremos algo en el camino —informó mi madre.

En mi mente, agradecí mucho ese gesto porque, si no comía, iba a ser peor para mí. Mi humor empeoraba cuando eso pasaba.

El sheriff se aclaró la garganta, regresándome a la realidad.

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