Cap~12.

45 4 0
                                    

Ya habían llegado al bosque, tal y como dijo Yoana. Todas estaban alerta, teniendo en medio de todas a sus hijos.

Continuaron por el bosque hasta llegar a un pilar de rocas, con las que podían cubrirse. A lo lejos, podían ver como el palacio y la ciudad se encontraban cubiertas de algunas llamas y algo de polvo.

-aún no estamos a salvo, debemos seguir. -dijo Sara en un susurro, lo suficiente para que pudieran oírla.

No muy seguras, aceptaron lo que dijo Sara. Todas querían que sus hijos descansarán, al menos por un rato, pero no podían arriesgarse. Debían continuar, hasta perderse con la noche.

/Por otro lado/

Los tres aún seguían corriendo entre los pasillos hechos de adobe, con la intención de escapar lo más pronto posible y encontrarse con el resto.
Los dos varones trataban de llevar el paso de la emperatriz, que apesar de los tacones y la falta de práctica, traba de hacer su esfuerzo.

No tardaron en llegar a la salida, los árboles, el pasto y arbustos estaban justo frente a ellos. Sin dudarlo Ryo, tomo del brazo a Sia guiandola hacia el bosque, para poder perderse entre los árboles.

-¿sabes por donde vas? -dijo Tobe mientras iba tras él, causando que Ryo se detenga al igual que Sia que estaba a su lado. -¿Ryo?

-espera estoy buscando. -dijo mirando entre los árboles. -devieron pasar por aquí.

A lo lejos, Sia logró ver como una par de sombras pasaban entre las ramas. -¿qué es eso? -dijo señalando el lugar donde vio aquellas sombras.

Ambos varones, miraron a la dirección que les señalo la emperatriz. Debido a la distancia, no lograban visualizar de quienes se trataban, pero algo estaba seguro, iban por la misma dirección.

/En el palacio/

Todo fue un caos, después de que aquellos hombres derrumbaran la puerta, se desató otra pelea, solo que esta vez no lograron escapar. Tal parecía que estos hombres sabían quiénes eran, ya que sabían el nombre de Takeshi y con eso fue más que suficiente para saber que ellos, eran sus dos hijos varones.

Fueron desarmados y atados, para después ser llevados a la fuerza hasta el salón del trono, donde justo en el centro, fueron obligados a arrodillarse, teniendo al frente a dos personas de ambos sexos.

-los encontramos en uno de los pasillos, al otro lado del palacio. -dijo unos de los hombres.

-¿qué pasó con la emperatriz? -dijo el hombre.

-lograron escapar, solo estaban ellos. -hablo un segundo hombre, que al parecer estaba molesto.

-no importa, con ellos me basta. -dijo esta vez la mujer.

-ellos no nos sirven, necesitamos a la emperatriz.

-callate, se lo que hago. -a paso lento, se acercó hasta estar frente de los tres hombres atados frente a ella.

La desesperación estaba sobre ellos, eran demasiados, y con un solo golpe no lograrían nada. No sabían quiénes eran, pero al parecer ellos si lo sabían, y lo más probable era que supieran su forma de pelear, lo que reducía sus probabilidades de escapar.

-¿qué les pasa? -dijo la mujer, como si de alguna forma se burlara de ellos. -¿aún no nos recuerdan?

Recordar. ¿de qué estaba hablando?, no sabían ni lo más mínimo, ni siquiera el estilo de pelea les hizo recordar a alguien.

-¿cómo piensas que nos recuerden después de tanto tiempo? -dijo el hombre detrás de ellas, siguiendo su juego.

-¿qué hay de tí, Takeshi?, crei que nos recordarías con nuestros nombres.

Ambos hermanos miraron con asombro a su padre, con tal de recibir alguna respuesta.
Si eso era verdad, porque razón no lo dijo en cuanto el clan Shibata dio la información que habían recuperado.

-parece que no, bueno me presento. -hablo nuevamente la mujer, mientras retiraba su máscara de su rostro. -mi nombre es Kyoko, ese de ahí, es mi hermano Dai. -lo señala con su dedo índice. -y junto a estos hombres, formamos parte de lo poco que queda del clan Sanada.

Tras dejar a descubierto su rostro, Kyoko mostro ante los tres que su piel era ligeramente bronceada, cabello castaño, que hacia resaltar sus ojos café claro que resplandecían con el reflejo de la luz, traía con sigo un tanto, y su armadura que la protegía en su pecho y antebrazos. Por otro lado, el sujeto detrás de ella mostraba tener piel bronceada, cabello negro, de ojos café. Tenia puesto su traje ninja que lo protegía de sus brazos y pecho, traía una katana plateada colgando detrás de su espalda.

/En el bosque/

Ryo continuaba corriendo al frente, mientras que Tobe se encargaba de vigilar que nadie los estuviera siguiendo.

A solo unos metros estaban ellos. Ellos junto a un grupo de esos hombres.
Los niños estaban en medio de todos, incados y abrazándose entre ellos, tratando de evitar mirar lo que pasaba.
Todas sus madres trataban de evitar que esos hombres avanzaran y se llevaran alguno de sus hijos.

-quédese aquí. -dijo Tobe a Sia, que ella sin escusas accedió a lo que le dijo y sin importarle la suciedad del piso, se arrodilló para que esos hombres evitaran verla.

Los dos hombres corrieron lo más que pudieron hasta donde estaba aquel grupo, para comenzar a deshacerse de aquellos que las amenazaron dejandolos a todos en el suelo sin vida y dar presencia a un temeroso silencio.

Para cuando todo termino, su presencia sin duda fue una sorpresa, las familias de ambos corrieron a recibirles y a llorar en sus hombros por el miedo y la angustia. El resto solo los recibió con una sonrisa, y a la espera de una respuesta. ¿dónde estaba el resto?

A sus espaldas notaron que no venían solos, entre unos arbustos salió Sia, que al juzgar por su estado parecía que todo en el palacio había empeorado. Todos querían una explicación, que sin dudarlo dirigieron su mirada a ambos hombres con la espera de una respuesta, a cambio ellos solo negaron y evitaron verlos a los ojos, no tenían las palabras ni el valor de contar lo que en realidad paso y menos frente a sus hijos. Por otro lado, ellas no soportaron la presión de su pecho y el nudo en su garganta, las lagrimas no se hicieron esperar, sus hijos al ver las expresiones en sus rostros se acercaron a ellas en busca de consuelo al imaginarse lo que en verdad pudo haberles pasado.

-debemos seguir, no es seguro estar aquí. -dijo Sara tratando de soportar el dolor con solo pensar lo que su esposo e hijos estarían pasando.

Sin que nadie más dijera nada, todos trataron de calmarse y limpiarse las pocas lagrimas que tenían en sus rostros, para tomar a sus hijos y alejarse de aquel lugar.

[PAUSADA] Ahora Me Toca A Mí... [Garucca] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora