Después de una vuelta a la manzana, detective y doctor cogieron un taxi de vuelta a casa. ¿Estaría todo limpio? John no lo creía, pues Sherlock se enfadaría y la pobre señora Hudson no merecía aguantar sus pataletas.
Subieron al apartamento en silencio, una vez más, y, cruzando los dedos, John abrió la puerta. Al ver el estropicio del suelo cambió de idea: hubiese preferido encontrarlo limpio y aguantar a Sherlock.
La señora Hudson, al oírles entrar, apareció por el pasillo y echó una mirada cómplice a Watson, como queriendo decir 'Lo sé, y lo siento'. Después desapareció con una sonrisa.
Sherlock por su lado había avanzado por entre los caminitos de mermelada, hablando solo.
-Sherlock, si no vas a hacer nada con ésto, ya lo puedes ir limpiando, es un guarrada.
-¡Calla de una vez, no me dejas concentrarme!- gritó el detective.
-¡Ésto es el colmo!- replicó John.-¡Por lo menos dime de qué se trata!
Estaba claro que era imposible estar de buen humor un día entero.
Sherlock se quitó la bufanda y el abrigo de un brusco movimiento y tiró ambas prendas en un sillón, quedándose en sus pantalones negros, una camisa negra entallada y sus guantes azabache. Estaba en forma, para no hacer más que pensar y quejarse. John Watson se dio cuenta de ello, pero inentó no fijarse demasiado.
-He de resolver ésto antes que Moriarty vuelva a actuar. El mal no espera, ¿sabes? Venga, creo que podrás ayudarme a recrear la escena, ponte así -dijo el moreno agarrándo la muñeca de su compañero.
Lo guió hasta el centro se la habitación y cogió una de las cuerdas que había usado esa mañana.
-Ahora quédate quieto, vas a ser la víctima- dijo Sherlock remangándose con una sonrisa discreta.
-¿En Serio?- dijo John haciéndose el incomprendido. No me dirás que ésto no es ridículo...
-Vamos, John, no me digas que nunca has hecho teatro en el colegio, ¿mh?
Suerlock esbozó una sonrisa y se puso en cuclillas delante de su compañero, que se moría de vergüenza. Rodeó las piernas de éste con la cuerdas haciendo lazos en ambas por separado. La cuerda restante de los nudos se la enrolló en la mano enguantada y subió lentamente hasta encontrarse con los ojos de John. Bueno, quizás un poco por debajo de los suyos. Ambos admiraron los del otro, pues eran todos azules y cautivadores, especialmente los de Sherlock.
-La víctima fue encontrada con marcas de cuerdas en los tobillos-susurró Sherlock para sí.
El detective posó las manos en las caderas de John y, lentamente, fue acariciando los laterales de su cuerpo hasta las axilas. Una vez en ese punto, pasó los guantes por sus brazos haciéndoselos subir, a modo de crucifijo.
-En posición de saltador de trampolín. -prosiguió.
John estaba más avergonzado e intimidado por momentos. Eso era ridículo, y además se estaba poniendo nervioso con los movimientos de Sherlock. No eran propios de él.
-Relájate, John -susurró el más alto con una sonrisita bajo la nariz.
Acto seguido se escabulló hasta la espalda de Watson, para que éste no le viera venir. Entonces desenrolló la cuerda de su mano y con ella le ató las manos a la espalda, uniendole así las cuatro extremidades con la cuerda.
-Sin embargo, la víctima tenía marcas también en las muñecas, posiblemente anteriores al asesinato. -prosiguió.
-¡Sherlock, esto es ridículo, desátame!
Éste se quitó uno de sus guantes con los dientes y lo lanzó al suelo. Dándo otra vuelta rápida sobre John, se acercó a su oído y, rodeándole la cintura con la mano deanuda, susurró:
-¿O qué?